Dónde comer en Ronda (Málaga): los mejores bares y restaurantes

En esta guía te contamos dónde comer en Ronda, desde los restaurantes con estrellas Michelin hasta los rincones donde disfrutar de un buen tapeo o un vino frente al Tajo. Porque si algo define a esta ciudad es la capacidad de pasar de la tapas más sencillas a la experiencia gastronómica más sofisticada sin salir de su casco histórico.

Ronda presume de tener un recetario con identidad propia, donde destacan platos como el rabo de toro a la rondeña, conejo al ajillo, migas serranas o los guisos de caza, pero también ha sabido abrirse al mundo con propuestas creativas y contemporáneas. Su entorno, además, es tierra de vinos: las bodegas de la Serranía producen algunos de los vinos más interesantes de Andalucía, perfectos para acompañar cualquiera de sus especialidades locales.

Entre los imprescindibles se encuentra Bardal, el restaurante del chef Benito Gómez, que con sus dos estrellas Michelin ha situado a Ronda en el mapa de la alta cocina nacional. Pero más allá del lujo y los menús degustación, la ciudad también ofrece tabernas con alma, gastrobares contemporáneos, asadores familiares y ventas rurales donde el producto de cercanía es siempre el protagonista.

A continuación, recorremos algunos de los mejores bares y restaurantes de Ronda, lugares donde la tradición y la creatividad se dan la mano en el corazón de la Serranía.

En el centro de Ronda se encuentraCasa Mateos, una bodega con más de medio siglo de historia que conserva el ambiente familiar de sus orígenes. Abrió en 1969 de la mano de Francisco Mateos y María, y hoy es su nieto, Raúl Mateos, quien dirige la cocina manteniendo viva la esencia de esta casa rondeña.

El espacio invita a tapear sin prisa o a sentarse a compartir unas raciones. La carta mezcla platos clásicos con otros más actuales, siempre elaborados con buen producto de la Serranía. Entre sus imprescindibles está el pincho de chivito con hierbabuena y tabulé, una muestra de cómo se puede actualizar una receta tradicional sin perder su sabor. También destacan la ensaladilla de la abuela, tartar de salchichón con lima, flamenquines ibéricos con salsa de albahaca o champiñones salteados con langostinos.

En los principales, la presa ibérica de bellota con papas mojo o el lomo de vaca con alioli resumen bien la cocina de Raúl Mateos: sabrosa y reconocible. De postre, la tarta de queso con melocotón o la torrija Mateos con chocolate son una apuesta segura.

La distribución del local gira en torno a mesas altas y taburetes, sin mesas bajas, lo que favorece una comida desenfadada, bien sea en el pequeño interior rústico —apenas cinco o seis mesas— o en la animada terraza, siempre concurrida por rondeños y visitantes que conocen bien el valor del lugar.

Hablar de tapas en Ronda es hablar de El Lechuguita. Abierto en 1969 por Agustín Mora «Moreno» y su esposa Pilar Ausejo, este bar de la calle Virgen de los Remedios es una institución local reconocida con un Solete de la Guía Repsol. Medio siglo después, sigue siendo uno de los lugares más animados para tapear en el centro, con una carta que ronda las cuarenta propuestas y precios que empiezan en 1,20 euros.

Su tapa más emblemática, la que le da nombre, es una sencilla lechuga aliñada que nació casi por casualidad. El fundador solía acompañar el pescado con una hoja de lechuga, pero cuando el precio del pescado subió, mantuvo solo la guarnición, que con el tiempo se convirtió en una tapa con identidad propia.

La carta combina clásicos andaluces con guiños locales: tortilla de papas, bollito de pringá, montadito de lomo en manteca, garbanzos con chorizo y morcilla, pincho de gambas, chorizo de Ronda, albóndigas o carrillera son algunos de los imprescindibles. También hay opciones vegetarianas y veganas, algo poco habitual en bares de su estilo.

Si hablábamos de tapeo en Ronda, ahora toca recomendar un restaurante pensado para quienes buscan una experiencia gastronómica más reposada. Kütral, en la calle Virgen de los Remedios, es el proyecto personal del chef argentino Martín Abramzon, que ha encontrado en Ronda el lugar perfecto para rendir culto al fuego.

Su nombre, que en lengua mapuche significa «fuego», resume la filosofía del local: carnes, pescados y verduras cocinados con precisión y ese punto de humo que aporta carácter sin eclipsar el sabor del producto. Abramzon, formado en Argentina y curtido en cocinas españolas, como la de Martín Berasategui, ha construido un espacio elegante y sereno donde la técnica se pone al servicio de la materia prima.

Con una carta corta y bien pensada que cambia según la temporada, Kütral combina raíces y contemporaneidad, con protagonismo para los vinos de la Serranía. Una parada ideal para quienes quieren disfrutar de la cocina al fuego en su versión más cuidada.

Entender la escena gastronómica de Ronda sin mencionar a Benito Gómez es imposible. El chef catalán lleva más de dos décadas escribiendo su historia desde la Serranía, fiel a una forma de cocinar honesta, directa y profundamente ligada al territorio. Al frente de Bardal, su restaurante insignia, ostenta dos estrellas Michelin que no son tanto un premio como la consecuencia natural de una trayectoria sólida y coherente.

Gómez llegó a Ronda hace más de veinte años y encontró en ella el escenario perfecto para desarrollar su cocina. Su discurso —aunque reniegue de ellos— se apoya en el entorno: la caza, las setas, el huerto, el monte—, pero también en la técnica aprendida durante su paso por grandes casas y su formación clásica. Su cocina mira a Andalucía, pero no reniega de su raíz catalana ni de influencias que ha hecho suyas con el tiempo.

El menú cambia constantemente, pero mantiene una narrativa reconocible: fondos potentes, sabores nítidos y equilibrio entre lo vegetal, lo marino y lo cárnico. Así que, sin duda, quien elevar su ruta gastronómica en Ronda, Bardal es una experiencia altamente recomendable.

Si no hay presupuesto, reserva o tiempo para vivir la experiencia completa de Bardal, existe una versión más desenfadada del universo de Benito Gómez:Tragatá. Situado en pleno centro de Ronda, este local funciona como una prolongación más informal de su cocina, donde el talento y la creatividad del chef se expresan en formato tapa y plato corto.

Croquetas, molletes, bocata de calamares, ensaladilla (la suya fue reconocida como la mejor de España en San Sebastian Gastronomika), o la oreja de cerdo frita son algunos de los imprescindibles de una carta que combina lo castizo con toques contemporáneos.

Tragatá revisa la cocina andaluza tradicional desde la libertad, sin ataduras ni etiquetas, apostando por el producto local siempre que es posible, pero sin dogmas. Un espacio fresco, dinámico y divertido, ideal para quienes buscan una comida sin complicaciones, pero con el sello inconfundible de uno de los grandes cocineros de Andalucía.

A un paso de Tragatá, y no muy lejos de El Lechuguita o el Tabanco Los Arcos, se encuentra otro imprescindible para quien quiera tapear sin complicaciones: la Bodeguita El Coto. Mesas altas, camareros de los de toda la vida y ese ambiente que recuerda por qué Andalucía sigue siendo tierra de barra, tertulia y plato pequeño.

Aquí se viene a lo claro: chacinas, guisos y montaditos. Los taquitos de hígado en manteca son parada obligada, igual que la morcilla rondeña, el salchichón de jabalí o de ciervo, y los chicharrones. También hay sitio para los clásicos de barra como la ensaladilla rusa, los boquerones en vinagre o las albóndigas caseras, todos a precios más que accesibles.

Un bar sin pretensiones, perfecto para hacer parada entre vinos o arrancar una ruta de tapas por el centro.

Con aires de taberna jerezana, Tabanco Los Arcos es una parada obligada para quienes quieren probar los vinos de la Serranía sin salir del centro histórico. Su carta por copas es amplia y permite descubrir buena parte de lo que se elabora en Ronda, con especial atención a los tintos locales.

La oferta gastronómica acompaña a la perfección: tapas frías, chacinas, montaditos y tostas, además de una sección de platos calientes que va del rabo de toro estofado a las migas rondeñas, pasando por las costillas a la barbacoa o las albóndigas con salsa de almendras y piñones.

Entre los imprescindibles, la tosta de sardina ahumada con crema de queso y mermelada de tomate, una combinación sencilla y equilibrada que resume bien el espíritu del lugar. Con una copa de vino rosado de la zona, la experiencia se completa sola.

Cocina casera, buen ambiente y amabilidad de las de antes. En Siempre Igual todo invita a sentarse sin prisa y disfrutar de lo que sale de sus fogones. Forma un triángulo perfecto con Casa Mateos y Entrevinos, así que es fácil incluirlo en una ruta gastronómica por esta zona de Ronda.

Su carrillada es una delicia: tierna, muy sabrosa y acompañada de patatas fritas caseras, como debe ser. También presumen —con razón— de su rabo de toro, que preparan con mimo y tiempo, ideal para comidas más pausadas.

Entre las tapas y platos más solicitados, destacan las croquetas caseras de cocido o de carabineros, las albóndigas al vino de Jerez, el boquerón relleno de queso y salmón, las berenjenas con miel o el salteado de alcachofas con langostinos al ajillo. Hay sitio también para clásicos de barra como la morcilla de la abuela, el queso frito con mermelada o las tortillitas de camarones.

Una taberna familiar que combina oficio, constancia y una carta extensa donde todo se cocina con honestidad.