El Yoyas y Fayna: historia de una relación violenta forjada en la televisión

Ahora, más de 23 años después, se acaba de conocer la detención de Carlos después de año y medio en busca y captura por malos tratos. Se había refugiado en una casa de la urbanización de Las Pinedas de Armengol, en la provincia de Barcelona y sobre él pesaba una orden de noviembre de 2022 después de confirmarse su condena a cinco años y ocho meses de prisión por maltratar a Fayna en presencia de los dos hijos de ambos.

Fue en aquella primavera de 2001 cuando toda España asistió con la boca abierta a la transmisión minuto a minuto de lo que era una relación tóxica. Cómo nace y cómo se desarrolla, sin disimular un solo detalle, por escabroso que este fuera. Como polémica subyacente, también se recuperaría aquello tan antiguo de los límites de la televisión, como si esto hubiera importado alguna vez.

Ellos no se conocían de nada antes de entrar en la famosa casa. Y lo asombroso es que el comportamiento de él, lo más cerca que se puede estar de un 'macarra', cautivó tanto a Fayna como a la audiencia, que se desternillaba de risa con sus expresiones y actitud completamente desinhibida. En una de las grabaciones de la casa le dijo a Fayna Bethencourt sobre otro concursante estas palabras: «Le voy a pegar dos yoyas que le van a temblar las orejas». Y ahí se le quedó el alias.

Lejos de amainar, su actitud violenta sería su comportamiento habitual en la casa al tiempo que desplegaba sus aptitudes seductores sobre la pequeña y angelical Fayna. Era todo un documental en vivo que cómo nace una relación tóxica. En una de estas, estranguló a Fayna alegando que «era de cachondeo», y aquello ya traspasó todos los límites de lo permisible incluso para el 'Gran Hermano' de aquella época. Le costó la expulsión disciplinaria, el primer concursante en ser echado del programa. Solo llevaba 17 días, suficiente para ganarse una fama y un amor.

La fama le dio para vivir de cómo era en aquella televisión de principios de siglo. Nadie se ponía colorado por contratar para sus programas a un maltratador físico y psicológico. Muy al contrario, su popularidad aumentaría con su aparición continuada en 'Crónicas Marcianas' entre 2001 y 2004. Y entre 2008 y 2011 también colaboraría asiduamente en el programa 'Salvados' junto a Jordi Évole en la sección 'Apatroyuyando'. También aparecería en 'Supervivientes'.

Sucedió que en la casa de Gran Hermano, Fayna se enamoró del supuesto 'otro yo' de Carlos y hablaría de él como «la persona más encantadora del mundo». Probablemente tenía razón cuando decía que «supongo que es difícil ser un monstruo las 24 horas del día». La canaria salió de la casa y lo primero que hizo fue arrojarse en los brazos de su añorado Yoyas.

No tardó en ver lo que le esperaría. En un alarde temeridad, un día cruzó la autopista con una caja de fresas para Fayna, haciendo sentir a la muchacha la princesa del país. Nada más entregárselas, él le recordó: «No te acostumbres».

Primero fue el daño psicológico: iban por la calle juntos, ella decía algo que no le gustaba y él le apretaba la mano hasta hacerla llorar. Y luego llegó el daño físico. Se casaron y tuvieron dos hijos, un chico y una chica, testigos de la violencia física y verbal que se vivía en casa. «Empujones, pisotones, hasta llegar a agresiones más graves en las que los golpes no eran lo peor. Lo peor es el miedo que pasas mientras te están agrediendo y piensas que no van a parar», narraría Fayna años después. Era la personificación de las dos nuevas fases de aquella relación tóxica y desigual: normalización y aceptación. «Con un monstruo se viven momentos maravillosos», reconocería después no sin vergüenza.

Pero todo tenía un límite y el terror en los ojos de sus hijos acabaría sacando a aquella menuda mujer del embrujo al que había estado sometida durante tanto tiempo. Aunque en el año 2014 la canaria aseguraba en televisión que Carlos «era el amor de su vida», la verdad de su relación era bien distinta. En 2015 compartieron su última foto juntos en redes sociales y Fayna se armó finalmente de valor para romper su insano matrimonio y denunciarlo ante la justicia.

El resto es lo que ahora se conoce: el Yoyas ya no parecía aquel valiente capaz de resistirlo todo y se convertiría en prófugo de la justicia hasta llegar al día de hoy, detenido a la espera de su ingreso en la cárcel por maltrato.