Somatén contra España

El 'Via fora!' medieval exhortaba a la juventud a tomar las calles, pero el elemento juvenil no predomina entre quienes proclaman que las calles, como Cataluña, siempre serán suyas. La ANC presume de doscientos autocares venidos de comarcas (a sesenta pasajeros por autocar, doce mil pasajeros). La comarca nos visita: jala unas tapas y regurgita eslóganes estomacales, pero se echa en falta la población barcelonesa que antes sumaba millones. Al caer en lunes, la Diada culmina tres días de puente. Las 17 horas 14 minutos, simbólico guarismo patriótico, pillan al personal en plena operación retorno de las playas: no hay tiempo de embutirse la camiseta.

Este somatén sin máuseres se despliega en cuatro columnas. Cada columna parte de un enclave con el que la ANC «denuncia y reivindica las libertades y los derechos arrebatados por el colonialismo español». En la columna de la «libertad» están los folloneros que cortaban la Meridiana, vía de entrada a la ciudad, e impedían la movilidad de los barceloneses que hacían lo que ellos no hacen: trabajar. Parte de la Ciudad de la Justicia que les hace cumplir la ley como a todo quisque (¡que atropello!). En la columna de la «lengua» desfila la Plataforma que ha conseguido que el catalán sea una imposición antipática (en ella, los consejeros y Pere Aragonès, que ha salido pitando). De la estación de Sants parte la columna «país»: mandamases de la ANC y Òmnium. La de «soberanía» viene de la delegación de Hacienda, símbolo del «España nos roba». Podría añadirse una quinta de los CDR que intentaron sabotear la Vuelta.

Si Pitarra aureoló con versos románticos la derrota de 1714 –«en el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor»–, el somatén desprecia a los partidos que negocian la amnistía con Pedro Sánchez. Para Dolors Feliu la amnistía es la antesala de la independencia: el reconocimiento de que el 1-O «fue el acto de soberanía que refrenda a Cataluña como sujeto político en conflicto con el Estado». Junts y Esquerra no están «para votar a presidentes españoles del Estado represor», sentencia.

Extraña familia la que arropa el «gobierno de coalición progresista». La izquierda que no olvida el 36, pretende olvidar el golpe de 2017, «movimiento gestado y dirigido por élites locales profusamente interconectadas con el Gobierno autónomo», en palabras de Adolf Tobeña ('La pasión secesionista').

Élites locales satelizadas: Junts, con un diputado menos; Esquerra, la mitad de los votos de 2019; CUP, sin escaños. Hasta que llegó Sánchez con sus urgencias cesaristas. Desde su inesperado protagonismo, los fracasados del 'procés' compiten en quién es más independentista, no vaya a ser que el somatén les llame 'botiflers' (traidores). Ya no se trata de tener razón sino de ganar, advierten. Y todo gracias a la izquierda extrema de la sopa boba.