La balanza de Puigdemont que decidirá el futuro de España

Tiene menos escaños pero más decisivos y la oportunidad de que su partido recupere el protagonismo político

Gobernabilidad

1 Sabe que los catalanes no le han votado para que vaya a la guerra con España y no dispone de la fuerza popular para hacerlo. Junts ha perdido 150.000 votos y un escaño. El independentismo, 730.000 votos y 9 diputados.

2 Tiene ... menos escaños pero más decisivos y la oportunidad de que su partido recupere el protagonismo político.

3 En su afán por destruir a ERC está en disposición de arrebatarle la plaza de interlocutor preferente con el Gobierno.

4 Aunque nunca lo admita en público, su situación personal le pesa y es su prioridad volver a España sin pasar por la cárcel. Tiene margen porque el PSOE ha pasado de pensar que perdía por culpa de los indultos a asumir que se ha salvado precisamente por haberlos concedido.

5 Una repetición electoral no le dará más votos y puede que no pierda la valiosa llave que el domingo quedó en sus manos.

6 Sabiendo que la independencia no se la van a dar puede disimular que los catalanes han votado muy mayoritariamente contra ella exigiendo transferencias tan jugosas y simbólicas como Cercanías y una mejora clara de la financiación.

7 Podría sufrir una escisión del sector pragmático del partido, que no es mayoritario pero tampoco una minoría desdeñable.

Bloqueo

1 No tiene proyecto político. Sólo pretende que no se apague su estrella, y cree que bloquearlo todo es mejor para él, porque la gobernabilidad normaliza su «exilio». Así forzó la salida de Junts del Govern y rompió el pacto en la diputación de Barcelona.

2 El irredentismo de serie mezclado con las dificultades personales de Puigdemont y de su guardia pretoriana deja poco espacio para los procesos reflexivos.

3 Las elecciones generales no son las que importan al independentismo. Y en su pugna por recuperar la Generalitat, en manos de ERC, Puigdemont cree que le beneficia más el «puta España». La guerra del independentismo nunca ha dejado de ser autonomista.

4 Bloquear la política nacional sería una enmienda a la totalidad a la estrategia de ERC, a los que considera unos traidores por haber resuelto sus problemas judiciales dejándole tirado en Waterloo. La guerra del independentismo nunca ha dejado de ser cainita.

5 La repetición electoral podría movilizar a los miles de independentistas que el domingo no votaron y que muchos votantes de ERC vuelvan a Junts como partido útil para la confrontación.

6 Puigdemont y los suyos prefieren la adolescencia permanente para no tener que asumir la realidad de que los catalanes han descartado la independencia como camino político -aunque no sentimental-, que asumir la realidad de que Cataluña están el marco electoral y mental del PSC y convertirse en políticos adultos con capacidad de adaptarse a lo que hay.

7 En clave interna, le resulta más fácil contar el partido desde el bloqueo total que con lugartenientes con poder político. Así se cargó a Quim Torra, que en su locura premium no le obedecía; y a Jaume Giró y Jordi Sánchez, por tener agenda propia, sobre todo en la negociación de los últimos Presupuestos Generales.

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