El infierno de una niña encerrada por sus suegros en Madrid: boda forzosa, violaciones y palizas

La Policía Municipal rescata una menor de 16 años que, tras huir de un centro de acogida de Sevilla, fue obligada a casarse con otro chico el día que lo conoció en Vicálvaro

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Boca de metro de la estación de Vicálvaro, donde fue hallada la víctima por una ciudadana TANIA SIEIRA

La vida de adolescente para María (nombre ficticio) ha sido un calvario desde mucho antes; ahora, a los 16 años, ha pasado por el trance más doloroso. Maltratada en un piso, obligada a casarse, violada por su marido –también menor de edad– y hasta ... encerrada, sin derecho a anticonceptivos ni a higiene íntima femenina, para que se quedara embarazada. Hasta que ha sido rescatada por la Policía Municipal.

El primer acto de este drama lorquiano fue en el barrio de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, el más peligroso de España. Allí vivía María con su madre, que le daba palizas un día sí y otro también; el padre tiene problemas psiquiátricos. Acabó en un centro de protección de Alcalá de Guadaíra, en la capital andaluza, llamado Villa Elvira. Asociación Paz y Bien. Sus padres aún tenían su tutela cuando se escapó por primera vez, a ver a su progenitor. La situación con él no podía ser y regresó al albergue. Una prima la puso en contacto con otro menor, vecino de Vicálvaro, con el que María comenzó a chatear en marzo por Instagram.

La menor quiso venirse a Madrid con él, y guardó algún dinero de las pagas que le entregaban en el centro y otras monedas que le dio una tía, para costear el viaje. El 2 de julio llegó a la capital de España, el 2 de julio conoció a su novio (de 17 años y en libertad vigilada entonces por diversos robos con violencia) y el 2 de julio tuvo que casarse con él. Tal cual. «La familia de él le dijo que si iba a dormir bajo su techo, tenía que ser así. Ella no quería el matrimonio, solo tener al chico como pareja, porque es una cría que está muy falta de cariño, que necesita abrazos», explica una de las agentes del caso a ABC.

Así que esa misma jornada se celebró un casamiento gitano: «Solo festejaron los hombres, bebiendo alcohol; las mujeres estábamos solas, aparte, y yo me fumaba un porro», explicó más tarde. Su noche de bodas consistió en perder la virginidad con el novio, al que hacía unas horas que había conocido. «Pensé que era lo que tenía que hacer», repitió ella en varias ocasiones.

Cuatro infecciones de orina

Lo que vino luego fue un encierro en toda regla: María solo podía salir a la calle en compañía de su marido, de las hermanas de este (una de ellas, menor de edad) o de la suegra; jamás podía quedarse a solas con el suegro, «por una cuestión cultural». «La obsesión de los padres es que me quedara embarazada. Sobre todo mi suegra, que me decía: 'A ver cuándo te preñas, que ya tienes la edad y estás tardando mucho'». Comenzó a sentirse allí como secuestrada. «Lo que le pasaba es que, cuando estaba en el centro, en Sevilla, veía que el resto de compañeros tenían visitas de familiares todas las semanas, y que a ella nadie iba a verla. Se sentía sola», añaden.

María se había metido en la boca del lobo y con una edad de extrema vulnerabilidad. Cuatro veces fue a urgencias por infecciones de orina. Y lo hizo sola. La obligaban a tener sexo sin protección. Ella intentaba negarse, pero el menor la forzaba, la agarraba por los brazos con fuerza, le daba bofetadas, le tiraba del pelo, la empujaba. Y así es como la violó, con la anuencia de los padres de él: «Me decía que tenía que satisfacerle porque yo era su mujer. Y pensé que las cosas eran así».

Agresión en la detención

Hasta que el 9 de octubre no pudo más. Su esposo se había ido a la autoescuela, la suegra tampoco estaba ni tampoco una de las cuñadas. Aprovechando que el suegro y la otra hija estaban dormidos, metió cuatro prendas de ropa en bolsas de basura y se echó a la calle. Escapó y se metió en el Metro de Vicálvaro. Una mujer argentina y residente en Extremadura (que estaba en Madrid de visita) la vio llorar en el andén. Le preguntó qué le pasaba y se lo contó. Da la casualidad de que esta adulta tiene experiencia en asuntos sociales y avisó al Secretariado Gitano, que a su vez alertó a la Policía Municipal. La Comisaría de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor se hizo cargo del asunto.

La argentina la llevó hasta Príncipe de Vergara, para alejarla cuanto antes de sus explotadores. Allí se encontraron con la primera pareja de policías, que hablaron con ambas. Eran las 13.30. María era muy reacia: decía que esa familia era muy peligrosa y temía que le hicieran daño a ella y a su familia de Sevilla. «Lo único que quería era que la lleváramos a un centro. Tenía marcas de los agarrones del mardo durante las agresiones sexuales.

Víctima de riesgo extremo

En el Grume le hicieron una valoración que concluyó que era una víctima de riesgo extremo. Así que los municipales acudieron a detener al marido a la autoescuela, pero ya se había ido. Lo arrestaron en el piso. Cuando los padres se enteraron, golpearon el coche policial y amenazaron a los agentes. Y luego se presentaron en la Fiscalía de Menores con otros 15 familiares. El menor está acusado de agresión sexual y violencia de género.

Los medicos del Gregorio Marañón hicieron a María test de embarazo e infecciones sexuales. Los agentes estuvieron con ella hasta las 3 de la madrugada, y la trasladaron a otro centro de ayuda a menores. Sus suegros serán investigados como cooperadores necesarios. Se acabó el infierno.

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