Palestina en la Plaza Mayor
El West-Eastern Divan volvió a Madrid e interpretó, bajo la batuta de Daniel Barenboim, dos sinfonías de Beethoven
Después de haber actuado en la Mezquita de Córdoba, paradigma del entendimiento entre culturas, ayer volvió a la Plaza Mayor de Madrid el West-Estern Divan, bajo la dirección de Daniel Barenboim, y dentro de la programación de los Veranos de la Villa. Tras presentarse ... el año pasado en otro escenario, la Puerta del Ángel, la agrupación ha regresado a su escenario habitual por petición de Barenboim. «Echaba mucho de menos el público de allí», se justificó el músico argentino-israelí unas horas antes durante una rueda de prensa. Lo cierto es que la experiencia del año anterior no fue muy positiva a nivel acústico, como reflejaron todos los medios de comunicación, y el maestro ha querido retornar a territorios más conocidos, y que le han brindado mayores éxitos, dentro de lo que permite un espacio abierto como el de la Plaza Mayor. Un espacio que a las ocho y media de la tarde de ayer –el concierto empezaba a las diez de la noche- ya estaba completamente abarrotado. A las nueve de la noche, el músico argentino rogó silencio al público para poder realizar la prueba acústica. «Si queréis que salga bien el concierto me tenéis que regalar diez minutos de silencio», reclamó.
Entre el público asistente se encontraba un grupo que llamaba la atención por su edad, niños de apenas diez años, que portaban globos de colores. Los mismos colores de la bandera palestina. Se trataba de un grupo de 52 niños que habitualmente viven repartidos en siete campos de refugiados en Gaza y Cisjordania, y que gracias al esfuerzo de la ONG «Paz ahora» están pasando un mes en España.
Ayer se acercaron al concierto de Barenboim que, tras la prueba acústica, les recibió en el backstage. El director y pianista charló con ellos, interesándose por dónde vivían y cómo habían llegado hasta España. Entre bromas, decidió concertar un encuentro para hoy: «Os invito a beber algo mañana. Lo que queráis: coca cola…», les decía mientras arreglaba con su asistente la hora de la cita antes de partir hoy rumbo a Iberoamérica. «yo coca cola, yo pepsi…», le contestaban unos, mientras chocaban sus manos exclamando «¡Arba’a!» (el coloquial «choca esos cinco»); y algún rezagado preguntaba «¿cómo te llamas?», y por supuesto un fotógrafo inmortalizaba la imagen del maestro que apenas sobresalía entre el medio centenar de cabezas.
Una vez en el escenario, el hombre comprometido se comunicó con sus mejor instrumento, la música, y habló a través de Beethoven, el compositor que dice mejor refleja el proyecto del Divan, pues representa el optimismo y la fe en el hombre. Primero sonó la Sexta sinfonía, y a continuación la Séptima, mientras la plaza entera guardaba silencio.
Sin propina
Entre el público, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves; también la actriz Nuria Espert y la pianista Rosa Torres Pardo. La hora y media de música intensa, y sin descanso, fue rubricada con aplausos y algún bravo. El programa, tal vez un poco largo, no se saldó con ninguna propina.
Tras la actuación de anoche, la agrupación de músicos árabes e israelíes emprenderá hoy su primera gira por Iberoamérica, que la llevará a la República Dominicana, Venezuela, Ecuador, Colombia y Argentina. «En Buenos Aires, en el Teatro Colón, actuaremos el 19 de agosto. Será en el mismo escenario en el que yo toqué mi primer concierto en público hace sesenta años», apuntaba por la mañana Barenboim, que se disculpó, entre bromas: «Espero que los músicos de la orquesta me perdonen». En su paso por Venezuela, el músico argentino aprovechará para dirigir uno de los ensayos de la Orquesta Infantil y Juvenil Simón Bolívar, creada por el maestro Abreu, y cuyo director musical es actualmente Gustavo Dudamel. Pero antes de ese encuentro, hoy tiene otra cita: con el futuro de Palestina.
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