Madrid se emociona con Los Gitanos

Puntual, cuando el reloj marcaba las ocho y cuarto de la tarde, el Nazareno de Los Gitanos se asomó al portón de la parroquia del Carmen, al son de la saeta homónima , en el acceso de la calle de la Salud. Sin que la vista alcanzara el final de la masa, cientos de fieles esperaban su salida y la de su Madre. Orgullo, emoción y fe se conjugaron cuando las dos tallas, obra del imaginero sevillano Ángel Rengel, ambas de 1998, iniciaron la marcha con media hora de diferencia, entre tambores y trompetas. Nuestro Padre Jesús de la Salud, sobre un manto de claveles rojos, y María Santísima de las Angustias, bajo palio azul, enfilaron a través de la calle del Carmen su camino hacia la Puerta del Sol. El sentimiento de los cofrades se contagió entre el público madrileño , apostado en los balcones y a ambos lados del cortejo.

La «revirá» de Jesús y la Virgen en la esquina entre la calle de la Salud y la del Carmen, a apenas unos metros de la salida, elevó el fervor de los presentes. Un giro de 90 grados, calmado y constante, desbordó la emoción por primera vez. Los vítores eran para el Señor y su Madre, pero también para las dos cuadrillas de costaleros –cuatro si contamos a los relevos– que, a ciegas y cada uno con cuarenta kilos de peso sobre sus cuellos, elevaron los pasos al cielo de la capital. Aunque en ese momento eran sus pies, sus peones, subieron con Ellos. María Santísima de las Angustias lo hizo cuando Jesús de la Salud ya se había perdido en el horizonte en su camino a Sol. Anoche, el recorrido cambió ligeramente respecto al año anterior , cuando en la recogida de la comitiva se pasaba por la Calle Mayor.

El fervor y la emoción de los madrileños por Los Gitanos fue, una vez más, perceptible durante todo el trayecto. El Señor repartió salud desde el centro hasta el viejo Madrid; la Virgen, bajo su palio azul intenso, fue agasajada por todos . En la comitiva les acompañaban sus nazarenos, con antifaz morado y túnica y capa blanca, y la Agrupación Musical Santa Marta y Sagrada Cena de León y la Banda Sinfónica La Lira de Pozuelo.

Este año, vigésimo aniversario de la Hermandad, Nuestro Padre Jesús de la Salud estrenó cíngulo, el cinturón dorado que adorna su vestimenta. El punto más emotivo de la procesión fue la ofrenda floral en la Puerta del Sol . Convertido ya en una tradición, se recuerda a las 193 víctimas del 11 de marzo y a los héroes del 2 de mayo. Envueltos en una atmósfera de solemnidad y rigor, en un silencio absoluto que solo fue interrumpido por los aplausos, los costaleros de Nuestro Padre Jesús de la Salud situaron el ramo de flores junto la placa que recuerda a los fallecidos en la fachada de la Real Casa de Correos. De forma implícita, el acto contó con una carga emocional extra : en el sentimiento de cofrades y devotos, cabía el recuerdo al atentado de Bruselas, perpetrado un día antes.

A la media hora, fue la cuadrilla de María Santísima de las Angustias quien hizo lo propio en memoria de los caídos en el levantamiento de 1808. Así, reinició su marcha hacia el Madrid de los Austrias , hasta llegar a la parroquia de Santa Cruz. Allí esperaba el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, que el Domingo de Ramos siguió los pasos de la procesión de Los Estudiantes. Tras cruzar la Plaza Mayor, el cortejo inició su recogida al templo, donde llegó pasada la medianoche. Antes atravesó de nuevo la Puerta del Sol y las calles de Preciados y Galdós.