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De distraído a superdotado

Desde los tres años Marcos (nombre ficticio) regañaba a quien tiraba un papel al suelo. Pero los padres nunca sospecharon que tenían un hijo con altas capacidades, como se conoce ahora a los chicos que poseen un coeficiente intelectual superior a la media.

«Ni ... siquiera se nos había ocurrido pensar en ello», dice su madre. Sencillamente, ella y su marido dieron por hecho que tenían un niño muy inteligente. Hasta que éste llegó a Primaria. Entonces, con seis años recién cumplidos, empezó el «calvario». El niño miraba al techo en clase e investigaba con qué tornillos estaba construida su mesa del colegio. Se aburría. Y de niño «muy inteligente» paso rápidamente a ser niño «hiperactivo», «distraído» e, incluso, «con un posible retraso cognitivo». De hecho, el veredicto del tutor fue que el pequeño era ya todo un «fracaso escolar».

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