Una amistad con lazos arqueológicos

Hace cincuenta años reabría sus puertas en la calle Serrano el Instituto Arqueológico Alemán en Madrid. Aunque por aquel entonces, en su sede de Berlín, esta institución ya era centenaria, su desembarco en España supuso el comienzo de una fructífera relación MADRID. El Museo de San Isidro ha abierto sus salas a una institución alemana cuya historia ha estado muy vinculada a la española desde los años cuarenta: el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid. Desde ayer y hasta el 25 de abril, planos, fotografías, objetos, publicaciones y documentos reveladores de expediciones mostrarán la labor de una institución al servicio de la ciencia y la investigación. «50 Años del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid» es el título de una exposición que ayer fue presentada por el director gerente de Patrimonio Cultural de la Concejalía de Las Artes, Juan José Echeverría, en compañía del consejero de Cultura de la Embajada de Alemania en España, Stephan Grabherr; el director del Instituto y comisario de la muestra, Tilo Ulbert, y el director del Museo de San Isidro, Eduardo Salas. Cinco apartados La exposición, que conmemora la reapertura del Instituto en Madrid en marzo de 1954, se ha estructurado en cinco apartados -prehistoria y protohistoria y épocas romana, paleocristiana, altomedieval, islámica y cristiana-. Todas muestran la labor de las diferentes misiones arqueológicas alemanas en la Península Ibérica y en el norte de África. Sin olvidar un capítulo destacado con la historia del Instituto, que nació en Berlín hace ahora 175 años. Aunque la muestra habla de «reapertura», la historia de esta institución alemana en Madrid se remonta a 1943. El historiador del Arte Helmut Schlunk logra fundar, aunque por un periodo breve, una delegación del organismo más importante de Alemania en el campo de la investigación arqueológica. Este Instituto Arqueológico Alemán en Madrid, cuyo centro neurálgico era una biblioteca con 1.000 volúmenes, sufre los efectos de la Segunda Guerra Mundial y dos años después de su apertura es clausurada y mantenida bajo vigilancia de la comisión de control de los aliados. Afortunadamente, gracias al tensón de Schlunk, el Instituto reabrió sus puestas el 2 de marzo de 1954 en el recién adquirido edificio del número 159 de la calle de Serrano. Un día después, el público científico comenzaba de nuevo a acceder a su biblioteca. En ese mismo año surgen los trabajos para el primer proyecto de importancia: la investigación del mausoleo paleocristiano de Centcelles, en Tarragona. Desde entonces y hasta ahora, con la reciente actuación arqueológica en la Alcazaba de Almería, la historia de este instituto y sus científicos puede admirarse a través de las salas del museo (Plaza de San Andrés, 2). Excavaciones Por ejemplo, un recorrido por la exposición permite conocer las intervenciones más importantes del Instituto, como Ambrona (del Neolítico, en Soria), Zambujal (Edad del Cobre), Fuente Álamo (de la Edad del Bronce, en Almería), Munigua (de la época romana, en Sevilla) e investigaciones sobre santuarios romanos. Además de excavaciones realizadas en basílicas paleocritianas, levantamientos arquitectónicos de monumentos asturianos e investigaciones sobre la decoración y arquitectura de monumentos de Andalucía y Marruecos de época islámica. Junto a cada expedición se encuentra información detallada de los trabajos y se pueden contemplar diversos hallazgos, cedidos por los museos de Arte Romano de Mérida, Arqueológico de Sevilla y Numantino de Soria, procedentes de las excavaciones citadas. Aunque se recogen muchas intervenciones son sólo una pequeña parte de las actividades de una institución que, como destacó Stephan Grabher, «contribuye a un mejor conocimiento de nuestra historia europea común».

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