análisis
Sánchez y Otegi no son inocentes
Cada vez que Moncloa tiende una mano al PP, con la otra le obliga a no aceptarla
Los otros casos que el líder socialista calla para dar pábulo al 'lawfare'
Sánchez dará la alcaldía de Pamplona a los de Otegi el 28 de diciembre. Y no es una inocentada, pese a la fecha. No en vano, si no lo ha hecho antes es única y exclusivamente porque estaba en precampaña y no quería llegar al ... 23J con un pacto tan flagrante. Por eso la presidenta navarra, María Chivite, escondió su pacto con Bildu hasta justo después de las generales. La diferencia es que, siguiendo órdenes de Ferraz, sí podía manejar los tiempos para camuflar el pacto autonómico, pero no el municipal, ya que todos los ayuntamientos se constituyeron el 17 de junio. Así, en Pamplona tocaba retratarse un mes antes de las urnas nacionales.
La estrategia, como se ha evidenciado ahora, era un pacto en diferido para dejar a la alcaldesa de UPN unos meses y, pasado el 23J y atada La Moncloa, aplicar cuanto antes en la capital lo mismo que en la región: Navarra para los de Sánchez y Pamplona para los de Otegi. Este PSOE no tiene problema en dar una ciudad tan importante a los herederos de ETA. Por eso acepta los votos de la derecha para arrebatar a los independentistas Barcelona o Vitoria y vota a los independentistas para arrebatar Pamplona a la derecha.
Sánchez prometió que no pactaría con Bildu «y si quiere se lo repito 20 veces». Lo dijo en 2015 en Navarra Televisión, por tanto desde la misma ciudad que ejemplifica su último «cambio de opinión», eufemismo sanchista para justificar tantas mentiras. Su hombre en el País Vasco, Eneko Andueza, insiste en que no apoyara a un candidato de Bildu, palabras sin ninguna credibilidad tras lo que han demostrado su jefe y sus vecinos navarros. Si no lo hace será sólo porque no lo necesita para seguir como muleta del PNV. Si Andueza lo precisa o Ferraz se lo manda, habrá lendakari de Bildu.
Cada vez que Moncloa tiende una mano al PP, con la otra le obliga a no aceptarla. Hace un año, cuando parecía que todo estaba a punto para renovar el CGPJ, fue eliminar la sedición y rebajar la malversación a los secesionistas catalanes. Ahora, apenas unas horas después del último ofrecimiento, un pacto con los vascos. Sánchez mata así tres pájaros de un tiro: cumple con sus socios, se ahorra negociar con el PP y le echa la culpa a Feijóo. Disfruta imitando a Herodes y perpetrando bromas de mal gusto.
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