¿Y la Constitución?

Por lo visto, la señora neopresidenta aportó al acto el consabido discurso protocolario («como sea de costumbre», dijo don Pío cuando lo de la Academia) de agradecimiento, responsabilidades y propósitos, formalidad que antes, no sé ahora, solía anteceder al asunto verdaderamente mollar de la jubilosa jornada: la copita de vino español, adornada con las correspondientes bandejas de pinchos, ritual que siempre es muy de agradecer cuando coincide con las reivindicaciones del aparato digestivo. Todo dentro del orden y la legislación vigentes, no faltaba más.

De la alocución de la nueva presidenta no supe otra cosa más que lo que contaron los papeles, que no es mucho saber. Ignoro, pues, si fue la suya prédica dilatada, profusa y castelarina, o si fue un escueto párrafo de gracias, como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo, que dijo El Ausente cuando todavía era El Presente. Eso sí, se reconoció feminista y partidaria activa del uso del gallego en oficios, resoluciones, dictámenes, considerandos y sentencias.

Aunque las crónicas no recogen el pormenor, es de suponer que habría una amable mención a la Constitución y, en consecuencia, sendos recuerdos –si no in voce siquiera in pectore– a sus artículos 3 y 14, todavía vigentes, salvo que el pintoresco y multifuncional ministro Bolaños hubiera decretado su cancelación temporal. Todo es posible, incluso que un juez proclame su servicio a una causa y no a todas las causas.

Repito: solo sé del bienaventurado suceso por los papeles. 'E o papel terma do que lle poñen'.