Análisis
Pontón permite a Sánchez pagar la campaña de Besteiro
Tras haber dejado sin cumplir lo pactado en 2020, el BNG vuelve a dejarse camelar por un PSdeG mucho más listo
Hace tres años, diez meses y tres días, PSOE y BNG protagonizaban una foto muy similar a la que ayer tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. De fondo, la investidura de Pedro Sánchez; en primer plano, dirigentes de uno y otro partido firmando ... un acuerdo lleno de compromisos que el Gobierno adoptaría con Galicia tan pronto tocara moqueta. Entonces, en aquel enero de 2020, la geometría parlamentaria excluía a Junts –que votó en contra– mientras que Esquerra o Bildu optaban por la abstención. Uno o dos escaños eran esenciales para el PSOE. De hecho, Sánchez fue investido por 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. El Bloque jugó la carta de su solitario diputado –como hizo la hoy desaparecida plataforma Teruel Existe– y sacó pecho por los logros que arrancaba a los socialistas en beneficio único de Galicia.
Hoy sin embargo la geometría es distinta. La investidura depende de Junts, ERC y PNV. Es irrelevante si Néstor Rego vota sí, no, o se queda dormido el día de autos y no acude al Congreso. El voto nacionalista es innecesario. Entonces, ¿por qué el PSOE ha querido negociar con el BNG? La respuesta la da el contexto actual: Galicia tiene elecciones en un plazo máximo de seis meses, y el cabecilla socialista de la negociación –José Ramón Gómez Besteiro– es, al mismo tiempo, el candidato a la Xunta.
Del carácter electoralista del contenido del acuerdo ha dado fe el propio Besteiro, cuando en sus declaraciones de la semana pasada avanzaba que esto era solo «la primera parte» de los compromisos que el Gobierno iba a adoptar con Galicia una vez tome posesión. Es decir, que todavía quedan nuevos capítulos del apostolado monclovita conforme se sigan acercando las elecciones.
Y mientras que el BNG se las promete muy felices por haber arrancado una suerte de prebendas para Galicia solo al alcance de Cataluña –a eso llegaremos luego–, en realidad lo que ha propiciado es una nueva entrega de la campaña de promoción del candidato socialista a la Xunta, con cargo al Gobierno de España. El PSOE necesitaba una excusa para empezar a disparar su propaganda, y el nacionalismo le ha desplegado sonriente una pista de aterrizaje. Debe creer Ana Pontón que va a rentabilizar ella la miríada de anuncios que ayer firmó en el Congreso...
Capítulo aparte es el contenido del acuerdo y la fiabilidad que se le otorga al encargado de ejecutarlos, este es, el Gobierno. El compromiso de transferir la AP9 quedó empantanado, todo lo más se volvió a sacar la chequera para pagarle a Audasa nuevas bonificaciones para los usuarios recurrentes. Los trenes interiores en Galicia están como estaban hace cuatro años, y del FEVE mejor no hablar. El Corredor Atlántico está en los power points del Ministerio, pero el comisionado no ha encontrado todavía un minuto para sentarse con la Xunta. Los peajes de la tarifa eléctrica no se han rebajado –que le pregunten a Alcoa, cerrada en A Mariña– ni se han implementado compensaciones tarifarias a las comunidades productoras de energía.
En el plano industrial es cierto que sí hubo cumplimientos, como el despliegue de fondos para zonas afectadas por la descarbonización. En román paladino, As Pontes. La cuestión aquí es si el Gobierno está aportando el dinero comprometido por el documento firmado con el BNG o porque el alcalde de esta localidad es el secretario general del PSdeG y ha actuado cual martillo pilón en Madrid para evitar una 'reconversión' de consecuencias catastróficas. Pero vaya, que también hay patinazos, porque el 'complejo industrial integral' para la construcción naval civil fue otra promesa que se llevó el viento.
Hay más. No se derogaron ni la reforma laboral ni la 'ley mordaza', no se alcanzó el compromiso de financiar al 50% los costes reales de la ley de dependencia, no se crearon los juzgados de violencia de género en Santiago, Lugo y Orense, no se resolvió de manera genérica la problemática de la doble tributación de los emigrantes retornados...
Ahora se vuelve a prometer. El Cercanías gallego se va a estudiar, y luego ya si eso para más adelante. La AP9 no se transfiere, sino que se sigue pasando por caja de Audasa; la novedad es la AP-53, que igual salía más a cuenta rescatar que bonificar. Vuelven a estar en oferta los juzgados de violencia de género, pero quien los paga en realidad es la Xunta, porque el Ministerio solo pone el juez. Se firma cumplir con los plazos de la autovía Santiago-Lugo ¡que ya estaba comprometida para 2024! Y la gran conquista es la quita de deuda en proporción análoga a Cataluña, medida que se habla con todos menos con el que la gestiona, que es la Xunta. La sensación es la propia de una fiesta de la espuma discotequera: llamativa cuando se llega, agua sucia al cabo de un rato.
Es una foto para que todo el mundo quede contento. El BNG sale del Congreso pensando que ha obtenido del PSOE el mismo saldo favorable con un diputado que si hubiera obtenido aquel 'grupo parlamentario propio' con el que suspiraban en la campaña de generales, al tiempo que cree haberse hecho respetar por su indispensable socio en Galicia. El PSOE, porque ha vuelto a vender promesas vacías –más baratas incluso que las de hace cuatro años– y su candidato sigue ganando espacio en los medios, recuperando la visibilidad perdida tras los años de forzado ostracismo. Como para no sonreír en la foto.