Una exposición para ir de viaje por el arte asiático de la mano de Rockefeller III
La Fundación Barrié inaugura la muestra 'Buda y Shiva, Loto y Dragón', con obras maestras de la historia de Asia coleccionadas por el empresario norteamericano. Será su única parada en Europa.
SANTIAGO
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Iniciar sesiónRockefeller III no solo fue el tercero de la ilustrísima familia, ni uno de los más importantes empresarios y filántropos de su generación, sino también un gran coleccionista de arte de todo el mundo. En el caso que nos ocupa, un obseso por las piezas ... asiáticas. La sede de la Fundación Barrié, en La Coruña, acoge hasta el próximo 22 de enero la única exposición en Europa de gran parte de estas valiosas piezas que, en su momento, habían adquirido los Rockefeller. Desde platos de porcelana china a imponentes y reconocibles representaciones de Buda llegadas de la India. En total, 63 ejemplares de un valor, incalculable, de muchos millones de euros.
Todo comenzó, según se cree, cuando Rockefeller Jr. —padre de Rockefeller Tercero— le pidió a su propio padre un préstamo de un millón de dólares para las primeras piezas de porcelana china de la familia. Así lo explica Laura Weinstein, del Asia Socitey Museum, perteneciente a la fundación del mismo nombre que creó Rockefeller III. El testigo lo recogió su hijo, que comenzó a viajar por el mundo y, con especial asiduidad, por Asia después de graduarse. En el 37 se funda la Asia Society, y el magnate, ya casado con Blanchette Hooker —«con muy buen ojo para el arte», según Weinstein— empezó su amplísima colección. La pareja primaba las clásicas obras maestras en las que se podía apreciar la técnica perfecta de los artesanos asiáticos. Ejemplo de ello es una bandeja china del siglo XIV, una de las piezas más importantes de la exhibición: porcelana blanca decorada con motivos florales y un 'qilin' en el centro (una criatura mítica similar al unicornio) azules cobalto. Su gran tamaño indica que no era para los propios chinos, sino para vender a Oriente Medio, donde sí serviría para las comidas comunitarias. Perteneció al emperador mongol Shah Jahan —aparece su nombre escrito—, el msmo que mandó levantar el Taj Mahal.
Intención pública
Desde el primer momento, la pareja Rockefeller decidió que esta amplia colección tenía que ser accesible al público. Carmen Arias, directora de la Fundación Barrié, hace hincapié en la importancia que esto tenía en el contexto de Guerra Fría: «Servía para fortalecer los lazos entre el este y el oeste. Fue un pionero en convertir la colección familiar en una herramienta para mediar entre Estados Unidos y Asia«.
Para ello, escogieron piezas por todo el continente: desde Camboya a China, pasando por la Inda, Nepal, Sri Lanka, Tailandia, el Tíbet o Vietnam. Coleccionaron desde objetos de uso diario y cotidiano, como los cuencos, jarrones o platos, a vasijas de ámbito imperial, ceremoniales o esculturas de culto privado hinduistas. La muestra tiene diversas representaciones de Buda que sirven para demostrar la gran variedad de prácticas budistas que existen. Hay un busto de Buda de finales del siglo II, proveniente de Pakistán, en la que se puede apreciar la influencia helenística en sus rasgos y estructura facial. Pero también presenta las clásicas características de Buda: el punto en la frente ('urna'), que representa la sabiduría pura, o la protuberancia en la cabeza ('ushnisha').
La pieza más antigua de la muestra es una antiquísima vasija de cobre para alimentos china. Data del siglo VI antes de Cristo, y se estima que fue encontrada en la provincia de Shandong. Una de las más curiosas, una figura de un 'bixie', un animal mitológico. Se calcula que pudo haber sido creado en los periodos Song (960-1279) o Ming (1368-1644) chinos. El fin de la figurita dorada, un animal agazapado, coincide con el significado de su nombre: «que evita el mal», explica Weinstein. Las leyendas cuentan que esta criatura se tragó el mal y lo transformó en riqueza, es una protectora y, esencialmente, estaba reservada para la realeza.
La porcelana japonesa también tiene un papel protagonista, tanto en la exposición como en la historia. La ciudad de Arita, en las isla Kyushu, se convirtió en el punto de fabricación de objetos de este material más importante del mundo durante el siglo XVII. Se produjo una verdadera «fiebre de la porcelana» en aquella época, y uno de los testigos de aquello es un cuenco de la colección Rockefeller, que perteneció a Augusto II, rey de Polonia.
Es la primera vez que esta colección, titulada 'Buda y Shiva, Loto y Dragón' está en Europa, y La Coruña será la única. «Es una de las exposiciones más exquisitas del mundo», concluye Arias, para la que llevan «trabajando dos años y medio». De hecho, el huracán Ian que azotó América el mes pasado casi provoca que las piezas no llegaran. Por suerte, solo las retrasó una semana. Pauline Willis, de la American Federation of Arts, puso de manifiesto lo difícil que fue hacer realidad esta exhibición: «Tardamos seis años y medio en organizarla».
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