Caamaño se cuela en la fiesta de Pachi

La suya fue una intervención sin estridencias, sin ocurrencias de barra de bar, mesurado y con una profunda carga ideológica y de renovación interna. Sin complejos, Caamaño apostó por reconfigurar un PSdeG que apueste en serio por una «Galicia federal, con un alto nivel de autogobierno» pero «leal al proyecto común de España». Así, reivindicó la necesidad de reformular con claridad las responsabilidades de las Comunidades y del Estado, «para que cada uno trabaje lo suyo» y «no se mezclen competencias ni se toleren en el debate público excusas de mal pagador».

«Que el Gobierno de España trabaje por España, y el de Galicia por Galicia», proclamó, «que no resten sino sumen en una convivencia colectiva». Caamaño aprovechó para demostrar que también sabe ejercer de estilete contra Alberto Núñez Feijóo, al que exigió que «deje de pasear por las radios de Madrid y ejerza» de presidente. De nuevo, ataques a la política lingüística de la Xunta, a la sanidad, la educación, la dependencia, la justicia o la lucha contra el desempleo, y una receta «si cree que no tiene recursos bastantes para sacar adelante sus competencias»: que «suba los impuestos a las rentas más altas, como otras autonomías socialistas, y deje de culpar al Gobierno de España». De rondón, coló duras críticas a «una derecha reaccionaria que nunca creyó en la España de las autonomías».

La crisis económica y la política sistemática de recortes sociales del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero sobrevoló la primera jornada de la conferencia política socialista. Caamaño justificó estas medidas porque «tuvimos que adaptarnos apresuradamente a los escenarios» y «capear la tormenta global». A su juicio, «no hay improvisaciones» porque el resto de gobiernos europeos está recurriendo a las mismas políticas, pero la diferencia española es el papel del principal partido de la oposición.

El elaborado discurso de Caamaño, que conjugaba expresiones y términos como «valores socialistas», «redistribución de la riqueza», «compromiso», «reflexiones» e «igualdad» tuvo el contrapunto en el ya habitual vocabulario «pachista», ayer engordado con la metáfora de la derecha «que coge la motosierra para tumbar el árbol del bienestar» mientras los socialistas optan por su «poda».

El tono pedagógico y casi doctrinario de Caamaño encontró su «cara b» en un Vázquez que optó por enardecer a los suyos a golpe de soflamas, de quienes dijo «sentirse orgulloso» al contemplar que «en un momento de dificultad, vamos a sentar las bases que nos van a definir como organización política», afirmación que contraviene la vacuidad de un documento marco en el que se esquivan asuntos espinosos como las relaciones del PSdeG con el nacionalismo o la cuestión identitaria.

«De este lío —en referencia a la crisis— no se sale girando a la derecha, sino a la izquierda», afirmó, «no corren tiempos de decir cosas dulces» sino «de decir la verdad». Avisando de que «hay que escapar de indefiniciones», reclamó una vez más la revisión del Estatuto de Autonomía, una reforma administrativa de concellos y diputaciones, y «ser críticos con el modelo económico vigente». Y como novedad, «sanidad y educación, pública, gratuita, universal y laica».