NARCOTRÁFICO
Alertan del riesgo de no poder multar el consumo de droga en coches aparcados: «¿Y si están junto a un colegio?»
Especialistas contra el tráfico de estupefacientes avisan de que la instrucción del Ministerio del Interior puede dejarles 'vendidos' y reclaman un protocolo que resuelva situaciones concretas
La Policía ya no podrá actuar contra los que consuman drogas en el coche si está parado
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Drogarse dentro de un coche particular está permitido siempre que no esté circulando. Esto es, en síntesis, lo que aclara y dicta la última instrucción de la Secretaría de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, y que inquieta tanto a los agentes ... que día a día se bregan en las calles contra el trapicheo. «¿Y qué sucede si están consumiendo aparcados al lado de un parque infantil o de un colegio?», se preguntan varios policías antidroga consultados por ABC. Por eso, reclaman un protocolo que establezca «con claridad» cómo han de actuar en cada situación concreta.
La ley tipifica como infracción grave el consumo o tenencia de drogas en «lugares, vías, establecimientos públicos o transportes colectivos», aunque no estén destinadas al tráfico. Pero nada dice de los vehículos privados. En base a esto y a que, entre otras sentencias, una del Tribunal Supremo de 1999 establece que el coche es un espacio privado protegido por un cierto grado de intimidad –aunque sin llegar a equipararse con un domicilio–, el Ministerio del Interior ha emitido una instrucción a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para advertirles de que el consumo de drogas en un vehículo estacionado no puede sancionarse.
Porque esta conducta, la de consumir en un coche aparcado, aclara este escrito, no está recogida de una forma «expresa» y «clara» en la ley. Otra cuestión distinta, añade la misma instrucción del Ministerio, es cuando los coches están en movimiento: entonces sí que los ocupantes podrían incurrir en un delito contra la salud pública o contra la seguridad vial.
La orden, muy discutida, ha sido acogida con sorpresa y malestar en las filas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, especialmente entre quienes cada día tienen que lidiar contra el trapicheo en las calles. Pero, sobre todo, la orden ha sembrado muchas dudas en las comisarías: «Si el vehículo está estacionado, con gente consumiendo, y la cantidad que portan no es susceptible de ser un delito contra la salud pública, pero están al lado de un parque infantil o de un colegio, ¿cómo debemos actuar?», se pregunta un agente consultado por este diario. Este policía dibuja otras situaciones con las que pueden encontrarse los patrulleros: «¿Qué pasa con los aparcamientos públicos, por ejemplo de discotecas, que pueden llenarse de auténticos coches fumadero?».
La preocupación de los agentes va más allá. Temen que la conjunción de episodios de este tipo pueda acarrear más inseguridad, tanto real como subjetiva, entre la ciudadanía: «Podemos encontrarnos con determinados barrios, calles, en los que haya aparcados varios coches únicamente para consumir sustancias estupefacientes. Esto crea una inseguridad total y la degradación de barrios», dice el mismo policía. Y augura en una charla con este diario: «Podemos llegar a pasar de los narcopisos a los coches fumadero». Otro policía consultado por ABC se pronuncia en la misma línea: «Podemos encontrarnos que determinadas calles se llenen de narcocoches».
Roberto García es el secretario general del sindicato policial SUP en Galicia y advierte de las consecuencias de esta instrucción para los agentes en su trabajo diario: «Es una vuelta de tuerca más a la inseguridad jurídica que sufrimos. Y puede provocar que la gente vaya a consumir a los vehículos, que se trasladen de los narcopisos a los narcocoches», añade, en la misma línea que sus sus compañeros.
La seguridad vial
Roberto García hace hincapié, además, en otra incongruencia de esta instrucción del Ministerio. Las consecuencias de que sólo se pueda sancionar administrativamente el consumo de drogas en un coche en movimiento, pero no si está estacionado: «Va en contra de las campañas de sensibilización de la Dirección General de Tráfico para evitar que la gente conduzca bajo los efectos del alcohol y las drogas, eso es totalmente incongruente».
Ante la variedad de circunstancias con las que los agentes se pueden encontrar cada día en las calles, todos los policías consultados por este periódico insisten en reclamar un protocolo claro para saber cómo actuar en cada momento. «Un conductor que quiera evitar un control antidroga no tendrá más que pararse en el arcén y esperar allí», añade otro de los agentes.
Pero esta rendija legal, además de que puede favorecer la proliferación de esos «coches fumaderos» a los que aludían los agentes consultados, podría abrir la puerta a que los propios traficantes usen los coches de forma intensiva para trapichear. «No tengo dudas de que inmediatamente van a ser utilizados para el narcotráfico», augura Fernando Alonso, gerente de la Fundación Galega contra o Narcotráfico.
Es decir, los coches pueden convertirse en un medio de transporte predilecto para traficar a pequeña escala, portando la cantidad justa para que no sea delito y simular que se trata de autoconsumo. «Los traficantes pueden ir dejando los coches en la calle estratégicamente situados para luego tratar de vender desde dentro de ellos», avisa el gerente de esta fundación.
«Teníamos narcolanchas, narcosubmarinos, narcopisos y ahora también puede haber narcocoches», lamenta Alonso. En definitiva, todos coinciden en que la Secretaría de Estado de Seguridad debería tomar nota de todos estos riesgos y rectificar.
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