De vuelta en la facultad, pero a los sesenta

En el caso de Teresa Villar, ella decidió apuntarse tras prejubilarse a los 50 años cuando se enteró por el periódico de que podría ser alumna de la Universidad de Vigo. Sin pensárselo se inscribió. «Yo siempre he estado estudiando y me gusta mucho estudiar» explica Teresa, que cursó los tres años necesarios para obtener su título y continuó con otros dos en los que ya asistía a clase con el resto de alumnos de los grados. Mientras estudiaba para lograr su título sus compañeros eran de «la misma edad», personas que ya tenían carreras pero sobre todo «de 50 años para arriba» resalta Teresa. En una ciudad distinta Germán Hermida también decidió que estudiar era lo mejor que podía hacer tras jubilarse a los 67 años y, del mismo modo que Teresa se matriculó en la universidad. Germán cursó los años obligatorios de la USC para obtener el título que se les otorga a las personas de más de 50 años, mediante el programa IV Ciclo Universitario. Cuando hablan de esta época, no cabe ninguna duda de que valió la pena. «Era muy bonito el día a día en clase», Teresa resume de este modo los cinco años que pasó estudiando en Vigo .

Visto desde fuera no hay una gran diferencia con los más jóvenes ya que, según explica Teresa hacían «amistades, comidas y cosas juntos además de estudiar» , algo que los estudiantes hacen tengan la edad que tengan. Son estas actividades complementarias al estudio lo que también colabora para que a esas edades se mantengan «con la mente activa» y «abran su circulo de amistades» , cuenta Germán. Algo también muy característico de la universidad son los exámenes y los trabajos, sobre estos también tiene una opinión clara como la de los jóvenes: los trabajos son siempre la mejor opción. Tampoco son los alumnos «más fáciles» asegura Germán quien cuenta como siempre intentan dejar los exámenes bien lejos.

La oferta de las universidades como la de la USC incluye una formación básica que se amplia tras lograr el diplom. La USC lleva 20 años ofreciendo esta opción y la directora Esther Olveira, explica que cada año la demanda es mayor en este programa que ha evolucionado mucho desde los primeros alumnos con apenas formación, hasta el momento actual donde todos tienen una formación básica. La media de la edad se sitúa en los «78 años pero también tenemos alumnos que llegan a los 90» , recalca la directora. Los beneficios de asistir a este curso son muchos ya que según Esther, «las personas que vienen al IV Ciclo se mantiene más sanas que las personas que no son capaces de ampliar sus círculos» y en muchos casos llegan a la universidad por «recomendación médica».

La creación de asignaturas optativas se debe a sus ganas de permanecer en clase, algunos ya llevaban «tanto tiempo como el programa». La riqueza de este tipo de ofertas lectivas consigue «aglutinar a tres generaciones distintas en las aulas» destaca Esther, además de las repercusiones en el estilo de vida, el estado emocional y la salud de estas personas.