BALANCE POLÍTICA
Así ha vivido 2016 la oposición en Galicia
La dimisión de Besteiro y la falta de liderazgo en el PSdeG; la aparición de Villares y el intento de construir En Marea; la supervivencia del BNG de la mano de Ana Pontón o el castigo a la falta de proyecto y los líos internos de Ciudadanos
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Besteiro, tras dimitir como líder del PSdeG el pasado mes de marzo
PSdeG: La dimisión de Besteiro dio paso a primarias y una guerra civil
Pilar de Lara señaló en marzo por segunda vez a José Ramón Gómez Besteiro —en esta ocasión por su gestión al frente de la Diputación de Lugo—; le cargó con las cadenas de seis nuevas imputaciones , e hizo insostenible su continuidad al frente del PSdeG. Presentó su renuncia y desapareció del escaparate político, aunque su mano ha seguido notándose.
En su lugar quedó una gestora dirigida por su mano derecha, Pilar Cancela , que lejos de jugar un papel de árbitro dentro del partido, se decantó por Xoaquín Fernández Leiceaga cuando se convocaron las obligadas primarias para elegir candidato a la Xunta. El derrotado fue José Luis Méndez Romeu , el hombre de la vieja guardia socialista. La caja de los truenos se abrió del todo cuando las listas de Pontevedra y Orense para introducir a afines a Leiceaga, en detrimento de las respectivas direcciones provinciales.
Los malos resultados de las autonómicas han llevado al partido a una guerra civil interna, con Vigo pidiendo cambios en la gestora y esta aguantando el chaparrón como puede.
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Beiras y Luís Villares, junto a los alcaldes de La Coruña y Santiago
En Marea: Tantas esperanzas estériles como fracturas en un partido en obras
Nadie dentro de En Marea supo aprovechar los vientos de cola que soplaban en el verano de 2015, cuando el populismo gallego se hizo con las alcaldías «rebeldes». Desconocimiento o incapacidad , el partido instrumental se condenó a sí mismo a la frustración. Sin un liderazgo sólido y respaldado, Luís Villares no logró ni arrebatar el Gobierno autonómico a Feijóo ni mirar por el retrovisor a Leiceaga tanto como una parte de la izquierda gallega deseaba. En Marea es un partido que se está construyendo deprisa. El suflé del poder municipal se pinchó tan pronto como empezaron a gestionar lo público. Podemos , el actor omnipresente que todo lo condiciona, dio su visto bueno «in extremis», a medianoche, para integrarse antes de las elecciones en una formación que algunos querían reducir a mera coalición. Esos episodios continúan aún a día de hoy.
Villares juró como diputado una mañana. Por la tarde, pidió chófer y secretario . Las esperanzas de convertirse en el icono de la «nueva política gallega» se torcieron entonces.
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Ana Pontón, portavoz del BNG, sujeta una tarta por el 34 aniversario de su formación
BNG: La derrota «dulce» espoleó a la UPG para tutelar la refundación
Pocas veces la pérdida de un escaño y de 25.000 votos tuvo una lectura tan complaciente como en el caso del BNG. El frente, necesitado de oxígeno, interpretó las elecciones como un empujón tácito a su proyecto esencialista y a la figura de Ana Pontón . Por primera vez, líder del partido y candidata eran la misma persona.
2016 fue el año del relevo en la portavocía nacional. Los militantes del BNG castigaron la intentona de Xavier Vence de cambiar el enfoque del nacionalismo y tratar de confluir con las incipientes mareas. La hegemonía interna y espiritual de la UPG respondió colocando, también por primera vez, a una afiliada suya en la cúspide. La Asamblea Nacional de La Coruña elevó a la diputada Pontón y enseñó a Vence y algunos más, como Carlos Aymerich o el alcalde de Vimianzo, que la puerta de salida está siempre abierta.
En La Coruña partió el proceso de refundación, llamado «proceso Adiante». Se esperan pinceladas de renovación, pero la brocha gorda, ésa la seguirá teniendo la «U».
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