Una nueva tormenta amenaza a la Confederación de Empresarios

«Fue la gota que colmó el vaso», explica el vigués José Manuel Fernández Alvariño, expresidente de la patronal gallega. Una semana antes del referéndum del 1 de octubre, las distintas federaciones de la CEG habían pactado un comunicado conjunto en el que mostraban su oposición «radical» a la consulta organizada por el Gobierno de Puigdemont y se mostraban contrarias a cualquier solución al conflicto que generase «desigualdades» entre las diferentes autonomías. Junto a su sucesor en el cargo, el orensano Antonio Dieter Moure, Fernández Alvariño ha convocado hoy una rueda de prensa en la que informarán de las actuaciones previstas «ante la gravedad de la situación institucional generada en la CEG» .

Arias, prosigue Alvariño, ha realizado «una serie de manifestaciones con las que no estamos de acuerdo. En el tema de los salarios, el expresidente de la CEG considera que la patronal sólo puede defender la subida salarial en algunos sectores, «en otros no hay margen», subraya para censurar también la falta de implicación de la actual directiva con el plan industrial de Galicia. Según relata, han decidido convocar a los medios de comunicación tras remitirle una carta al propio Antón Arias y no obtener respuesta. El malestar se extiende también a la gestión interna dentro de la Confederación, con importantes deudas económicas. «No convoca a la junta directiva, no conocemos que está haciendo», indica Alvariño, quien precisa que este órgano, del que él forma parte, debe reunirse cada dos meses.

Licenciado en Sociología, vicepresidente primero de la Confederación de Empresarios de A Coruña y un hombre con trayectoria profesional en el sector de la construcción, concretamente en la firma Hermanos Arias, el actual líder de la CEG fue el tercer presidente que la patronal designó en apenas tres años y medio. Salió elegido gracias a los votos de A Coruña y Lugo, pero con un fuerte rechazo en las federaciones del sur de Galicia, Pontevedra y Orense, que parece que no renuncian a dar la batalla para hacerse con el control de la confederación.

El mandato de Arias no ha sido fácil. Llegó a una institución gravemente herida por años de lucha de poder interno e importantes problemas financieros, la propia patronal estuvo a punto de entrar en concurso de acreedores. En marzo, la federación de Pontevedra le daba totalmente la espalda y en una medida sin precedentes decidía abandonar temporalmente la Confederación de Empresarios de Galicia. Por el momento no ha vuelto. También se lo pensó la federación orensana, si bien, nunca llegó a comunicar oficialmente su marcha.

Además del desencuentro por las declaraciones de Arias, en las provincias del sur también pervive el malestar por la presentación de su candidatura en las elecciones de enero . Las federaciones de Orense y Pontevedra mostraron ya en su día su disconformidad por los modos de sus homólogas coruñesa y lucense, que al parecer habían negociado el nombre de Arias sin contar con ellas, al saberse ganadoras en número de votos.