La juventud en tiempos de coronavirus

Pero incluso va un poco más allá: «Ya no solo se trata de esa seguridad que sienten», ficticia o no, relata, si no que también se debe en gran medida a la madurez de cada uno. « Los expertos opinan que el cerebro humano va madurando poco a poco, la parte del cerebro que evalúa el comportamiento tarda más en madurar . En la adolescencia aun no se dio la madurez del cerebro, que se calcula que no se llega a alcanzar hasta los 25 años aproximadamente, en los que ya se puede alcanzar una más completa», explica en conversación telefónica con ABC. Para ellos, «prima lo emocional a lo racional, y esa podría ser una de las explicaciones a su comportamiento», añade. De esta manera, insiste la psicóloga, lo más importante es «trabajar con ellos, hacerles entender que esa seguridad que sienten no es real, que deben ser responsables y conscientes de que estos actos tienen sus consecuencias», concreta.

« Las normas cambian en este caso mucho más rápido que los hábitos o las mentalida des . Por otra parte, la relación de los adolescentes con las normas es habitualmente conflictiva, las normas las ponen los adultos y ellos tiende a experimentar con la transgresión. Forma parte natural de esa edad de transición entre la infancia y la adultez», suscribe el psicólogo Ricardo Fandiño , presidente de la Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e na Adolescencia. Y con esto ya no solo se refiere a los episodios en los que las fiestas ponen en peligro la salud de los demás, si no también en lo que se refiere al cumplimiento en general de cualquiera de estas normas, que son variables y cambian, «por lo que la norma aparece más diluida, más relativa, y su incumplimiento es más fácil de justificar desde algunas distorsiones cognitivas».

Y explica, además, la importancia de ser «ejemplares»: « Con la pandemia estamos visibilizando que con las normas no sólo los adolescentes se llevan mal , sino que muchos adultos tampoco se relacionan bien», resume. Y defiende en cierta medida el papel de los jóvenes, a los que tampoco es necesario ‘demonizar’: «Ponemos el foco en el incumplimiento de los más jóvenes, pero conductas transgresoras las hemos visto en diferentes grupos de edad, cada uno a su manera», reconoce.

Pero los psicólogos no culpan a la rebeldía de los actos de los más jóvenes, si no que esa «relajación» a la hora de asumir las diferentes restricciones se puede deber también al conocido como ‘cansancio pandémico’. « Las personas de menos de 30 años han ido viendo como sus planes se quedaban atrás ; ejemplo de ello son los opositores», analizan desde el Colexio de Psicólogos. Muchos jóvenes, antes de la pandemia, tenían sueños y proyectos por cumplir que, al menos por el momento, se han visto truncados. «Para los jóvenes es central la vivencia de incertidumbre respecto al futuro. Es más, les repetimos permanentemente que van a vivir peor que los actuales adultos, y eso les genera gran desesperanza», asume Fandiño.

«Y todas esas incertidumbres, esas expectativas perdidas, esos trabajos que no han podido empezar o que incluso han perdido, hacen que estén sufriendo un cambio muy grande, hablamos de personas que tal vez estaban terminando la carrera y se lanzaban al mundo laboral», apoya Ulloa. Estas sensaciones pueden acarrear « cuadros de ansiedad, mayor irritabilidad, a lo mejor puede haber más retraimiento o incluso más enganche a la tecnología . Depende de cada persona», especifica la psicóloga.

Sea por el motivo que sea, Fandiño está convencido de que muchos jóvenes «tienen prisa por vivir el presente». «Las perspectivas de futuro que se transmiten son generalmente negativas en la esfera laboral y económica», recalca. Es por eso por lo que «les cuesta encontrarle un sentido a tanta renuncia cuando lo que les espera es un futuro supuestamente tan negativo», concluye.

¿Qué es lo que más echan de menos los jóvenes? «Probablemente la relación con sus iguales», sentencia Ulloa. Incluso a pesar de la importancia de las nuevas tecnologías en la comunicación durante la pandemia: « Los jóvenes se han adaptado muy bien a este nuevo marco relacional , porque ya habían avanzado mucho en el mismo, pero eso no sustituye el encuentro que pasa a través del cuerpo y el contacto que para ellos es tan importante», especifica Fandiño.

Pero la miembro del Colexio de Psicólogos alerta sobre el uso de las tecnologías y lanza una petición a las administraciones. «Hay que cambiar el ocio, las formas de entretenimiento de las que disponen, alguna alternativa de ocio saludable , más aun para los adolescentes», remata.