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Entrevista a José González

«A los incendiarios les digo que las cámaras pueden leer matrículas a mucha distancia»

Con el peor fuego de la campaña aún presente, el conselleiro en funciones do Medio Rural hace balance de lo que va de verano y aclara que, pese a lo «aparatoso» de algunos incendios, el número de hectáreas quemadas no se ha disparado

El conselleiro en funciones, José González, durante la charla con ABC en su despacho MIGUEL MUÑIZ

Patricia Abet

Se define como un apasionado de la prevención, en la que confía plenamente para proteger el monte gallego de los incendios. En la consellería do Medio Rural desde septiembre de 2018, José González (Orense, 1970) defiende que el principio del fin de la lacra incendiaria pasa por diseñar un territorio «más resistente», con discontinuidades y una actividad agrícola y ganadera potente para que cuando llegue el fuego, «que llegará», tenga el menor efecto posible.

El agua nos dio una tregua, pero no está siendo un buen verano para el monte, sobre todo tras la muerte de un piloto portugués en el incendio de Lobios...

La muerte de un operario es una desgracia. Yo trasladé el pésame a la familia y hay una investigación abierta. También estuve en el lugar del accidente, una zona muy escarpada donde los medios aéreos tienen unas condiciones de riesgo muy importantes y eso acredita su extraordinaria profesionalidad. Son situaciones en las que siempre hay un peligro evidente, pero gracias a esa profesionalidad tenemos muy pocos accidentes.

Hasta que concluya la campaña no sabremos el balance de hectáreas afectadas, pero la Xunta se había fijado las 17.000 como objetivo. ¿Sigue siendo una meta viable?

Puedo avanzar que la campaña va por debajo de esos parámetros. Ha habido incendios muy aparatosos y una actividad incendiaria importante. Pero, en general, de los 704 fuegos registrados desde el 1 de julio hasta ahora, el número de hectáreas afectadas ha sido mucho menor del que podía haber sido.

Otro de los objetivos para el verano radicaba en que el 75% del total de los incendios registrados se quedasen en conato...

Sí, y en eso estamos. En Galicia hay un ratio de conatos superior a la media española porque somos muy rápidos llegando a los incendios, tanto con medios humanos como aéreos.

Somos muy efectivos, pero los incendiarios lo ponen difícil. La mitad de los fuegos, por ejemplo, se producen durante la noche.

A 17 de agosto tenemos 280 fuegos nocturnos y otros 42 diurnos con dos o más focos. Por la noche, si no hay tormenta, nadie hace barbacoas y no hay actividad agrícola. Lo que hay es gente que coge el coche o va a pie y sale a quemar. Puedo decir esto con claridad porque los medios tecnológicos nos permiten acreditar algunos de estos comportamientos. Ha habido investigaciones en las que los medios tecnológicos, cámaras o drones, muestran que la gente se desplaza tres o cuatro veces en una noche. La estadística nos dicen que, al menos, el 75 por ciento de los incendios de Galicia tienen que ver con la actividad humana. Por eso apelamos a la colaboración ciudadana. Galicia tiene la mitad de las aldeas de España, por lo que los incendios pueden poner en peligro a mucha gente. Nosotros nos preocupamos de tener limpias las franjas, pero el riesgo para las personas es alto.

¿Cómo está funcionando el sistema de avisos anónimo?

Es una cuestión que no hay que medir tanto por la cantidad de las llamadas como por la calidad de la información que aportan, y eso lo valoramos por las llamadas que desembocan en investigaciones. Hay varias abiertas a raíz de esas comunicaciones que van a derivar en investigaciones muy fructíferas. Normalmente, el que quema de forma intencionada, repite. Hay gente que se cree que cuando hablamos de los drones no tienen efecto, pero tienen cámaras que son capaces de detectar a bastante distancia la matrícula de un coche. Yo les digo a los incendiarios que recuerden que tenemos cámaras en el 60 por ciento del territorio.

¿Cree que la modificación penal de 2015, que agravó las condenas para quienes prenden el monte, está surtiendo efecto?

Sí, hay mucha coordinación en la investigación de los incendios y tenemos agentes medioambientales que se dedican a la investigación. Son los que mejor conocen el territorio y tienen más cercanía con la gente, por lo que les es más fácil recabar datos. Ahora es importante avanzar en esa coordinación con Fiscalía, para que podamos darles los expedientes lo más apoyados en pruebas fehacientes posible y que no queden tantos sin condenar por falta de pruebas. Se trata de atar mucho la acusación a través de los medios tecnológicos, lo que permite acreditar la realización del delito, para tener así una mayor ratio de condenas. Y aquí entra en juego la responsabilidad patrimonial que deben asumir los procesados, además de la propia pena. En breve daremos los costes de extinción del fuego de Monterrei, y se verá que hablamos de varios millones.

Usted trabaja en el día a día, pero mira al largo plazo...

Me apasiona la prevención con efecto inmediato, como tener limpias las aldeas. Pero hay que preparar el territorio para el medio y el largo plazo. Lo que tienes que lograr es que cuando vengan los incendios el efecto sea el menor posible. Queremos un territorio más resistente y eso se consigue con discontinuidades basadas en la actividad agrícola y ganadera. Lo que está claro es que si en Monterrei hubiese habido dos o tres discontinuidades en lugar de todo el matorral que ardió, el fuego se hubiese frenado mucho antes. La clave de la extinción es la anticipación, prepararse para que cuando vengan los incendios los apaguemos más rápido.

Reconoce que la ola de incendios de 2017 (cuatro fallecidos, 40.000 hectáreas quemadas) supuso un punto de inflexión en la lucha contra el fuego en Galicia, aparejada a un incremento notable de medios...

Dio pie a una reflexión colectiva, que conlleva también una reflexión dentro del Parlamento, y que supone una toma de determinaciones. El presidente anunció treinta medidas, la mayoría de ellas implantadas. Dentro estaba el refuerzo de los medios tecnológicos, por ejemplo. Desde 2018 los gastos en personal se han incrementado 16 millones de euros. Había 500 personas trabajando tres meses al año y ahora son mil personas trabajando seis meses al año de manera versátil, limpiando también pozos de agua y pistas para preparar el monte para el verano. También cambió nuestra organización, creando una Dirección para la gestión forestal, otra solo para la extinción y una Subdirección para prevención, lo que demuestra el camino que queremos seguir.

¿Ha visto «O que arde»?

Sí, me pareció una película muy impactante, una forma de trasladar a la ciudadanía la trascendencia que tiene un incendio. Óliver Laxe, a quien conozco personalmente, está muy implicado con el respeto al territorio.

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