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Juan Soto - El garabato del Torreón

El huevo de la serpiente

¿Recuerda el lector aquella película de Bergman sobre el proceso de destrucción de la democracia alemana y su paulatina sustitución por el régimen nazi?

Cuando en la áspera campaña electoral tocaban a vísperas de recuento, uno de esos jóvenes radicales siempre dispuestos a levantarle la tapa de los sesos a quien no le ría las gracias o se atreva a reprender sus caprichos, agredió al presidente del Gobierno soltándole ... una coz con una de las patas delanteras. Sucedió en la hermosa y civilizada ciudad de Pontevedra, lo cual demuestra que en los mejores estuches pueden encerrarse las peores ponzoñas. En el perfil zoológico de agresor hay coincidencia: se trata de un individuo taladrado por el odio y alimentado intelectualmente por el pienso con que se nutren las bandas que se tambalean en la frontera de la delincuencia común. En esa patología, enmascarada a veces tras siglas políticas o columpiada en mareas que suben y bajan, se mueven, con indulgencia penal y ciudadana, los cafres de la partida de la porra, los monederos falsos, Andresito el colgado, la prójima de Soutomaior, la piara nazi barnizada de independentismo, los profesionales del odio, los antisistema que aspiran a vivir del sistema, los coleguitas de Bildu, los profesionales del escrache, la turba, en fin, partidaria de acallar al discrepante mediante el procedimiento del garrotazo y tentetieso.

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