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Fernando Llopis - El Último liberal

El vicealmirante Pedro Sánchez en Trafalgar

«Los ciudadanos asisten impertérritos al espectáculo dado el presidente del Gobierno»

Imagen del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomada este jueves en Austria EFE

La historia de nuestro país está salpicada por personas de dudosa capacidad que llegan a ocupar un puesto de alta responsabilidad con funestas consecuencias. Se dice que una persona preparada puede perder un tren, que probablemente pasará otro que podrá coger. Pero parece evidente que cuando uno llega a la cima y es consciente que una oportunidad como esa jamás se va a volver a repetir, se aferre a ella con toda su energía. Es probable que al leer este párrafo piense inmediatamente en nuestro presidente de Gobierno actual, Pedro Sánchez, pero a mí me gustaría recordar una historia que me encogió el corazón, al leer en mi juventud la novela de Benito Pérez Galdós , «Trafalgar».

Imagino que el autor sería el tema del año y la profesora repartió a cada uno de los estudiantes uno de los episodios nacionales. A mí me tocó «Trafalgar» y sus historias de los valientes capitanes españoles y el incompetente vicealmirante francés Villeneuve .

Era difícil de entender que el gran Napoleón dejara a Villeneuve al mando de la armada franco española que debía permitir al emperador francés invadir Inglaterra. Difícil de entender ya que el vicealmirante acumulaba derrota tras derrota frente a su rival inglés, el almirante Nelson. Pero Napoleón pensaba que Villeneuve era un hombre con suerte, que había sido capaz de sobreponerse a todas y cada una de sus derrotas. Algo así podíamos pensar del presidente Pedro Sánchez, que tras obtener por dos veces los peores resultados del partido socialista en España desde la transición y haber sido desbancado por sus compañeros al intentar llegar al poder con una coalición difícilmente digerible, consiguió finalmente hacerse con el mismo por la todavía inexplicable postura del Partido Popular y su presidente Mariano Rajoy .

Imagen del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomada este jueves en Austria

Encerrado con su armada en Cádiz, Villeneuve esperaba que la suerte volviera a él de alguna forma, pero mientras tanto la paciencia de Napoleón se agotó y envió a un sustituto más preparado y con algo más de agallas. Al enterarse de eso, Villeneuve quiso mantenerse en su cargo y lanzó a todos sus barcos hacia la experimentada armada de Nelson. Ser vicealmirante no te hace ser más listo ni preparado para la guerra, al igual que ser presidente no te da un poder especial, ni siquiera para poder ocultar las informaciones iniciadas por este periódico, y seguidas por otros medios, acerca del posible plagio de tesis y libros.

Aquel día de 1805, los avisos de los experimentados capitanes españoles no sirvieron de nada y la armada franco española fue destrozada en Trafalgar por culpa de la huida hacia adelante del vicealmirante Villeneuve. Es posible que Pedro Sánchez utilice todos los conejos de la chistera para intentar desviar la atención de la presión a la que está siendo sometido, pero parece haber perdido los papeles, incluso en el congreso, como cuando se dice que amenazó a los diputados de Ciudadanos con el famoso “os vais a enterar”. Sus ministros y los dirigentes socialistas están cerrando filas con Sánchez, ya que ven que posiblemente no se van a ver en una situación de poder como ésta en mucho tiempo. La última, ha sido la portavoz socialista, Adriana Lastra , diciendo algo así como que, vamos, que copiar trescientas o quinientas palabras no es un plagio.

Los ciudadanos asisten impertérritos al espectáculo dado por un presidente que recordaba, no hace mucho, como dimitió un ministro alemán por copiar una tesis o como llamaba indecente al entonces presidente Mariano Rajoy . Ya no estamos en los tiempos de Lenin y Stalin donde los personajes que caían en desgracia se borraban de las fotos o podías negar que hubieras dicho casi cualquier cosa. Los documentos visuales están ahí y los videos con las afirmaciones en el pasado de Sánchez comprometen su futuro.

Jamás sabremos qué hubiese pasado si Villeneuve hubiese asumido su incompetencia y la armada la hubiese dirigido el sustituto que había enviado Napoleón. Lo único que sabemos es el triste final que tuvo en Cabo Trafalgar lo mejor de la marinería española y que ahora recordamos, muchas veces sin saberlo, por los nombres de muchas calles en nuestro país. Mientras tanto, en la España actual seguimos esperando un poco de sentido común.

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