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La masificación turística de la Boquería no se detiene

Un año después de regularse el acceso para evitar las molestias de los grupos, el emblemático mercado barcelonés sigue con los mismos problemas de siempre

Una estampa típica de la Boquería, esta semana INÉS BAUCELLS

MIGUEL RUIZ DE ARCAUTE

Pocos metros separan las paradas de Jaime y Jordi. El primero, que regenta una frutería, habla rápido, en lo que apura un cigarro durante su brevísimo descanso. “El turismo ha sido algo muy beneficioso para nosotros. Lo que antes hacíamos por menos dinero al vender piezas enteras ahora lo rentabilizamos mucho más. Hemos sabido dar con la clave”. Apaga la colilla y vuelve con premura al puesto, que ofrece casi únicamente los que se han convertido en los dos productos estrella de la Boquería: vasos con fruta cortada o batida. Los pasillos se llenan de turistas caminando vaso en mano. Avanzan con calma mientras miran alrededor y hacen fotos. “Por favor, señor, esto no es una atracción turística”, le llama la atención una tendera a uno de ellos, que dirige el objetivo de su cámara hacia una vitrina con carne fresca. Una escena cotidiana . Otra, no tan frecuente pero también ocasional, es la de los grupos de despedidas de solteros paseando por el mercado.

Jordi, que lleva ya “varios” años trabajando en el pequeño puesto de una familiar suya, se pisa la palabra con ella para hablar mientras juntos atienden a los pocos clientes que se acercan. Apenas un par en poco menos de media hora, de los que solo uno compra algo. Su parada es una pollería situada en uno de los laterales del mercado. “Apenas tenemos gente ya. Cada año menos”, se lamenta Jordi. Y continúa: “Esto es un cachondeo. Se ha convertido en un circo. Yo, si el Ayuntamiento me paga un sueldo, me pongo una cofia y una pajarita y hago el payaso. Pero mantener un puesto como este aquí ya es prácticamente insostenible ”, dice con sorna y riéndose. Cobra al comprador y sigue hablando. “Llegará un momento que la ciudad dejará de estar de moda, y esto se acabará”, vaticina sin un ápice de duda.

«Imposible comprar»

Los casos de Jaime y Jordi son en mayor o menor medida extrapolables al conjunto del mercado de San José (más conocido como La Boquería), el más grande y famoso de Barcelona. Desde que hace unos 10 años empezara el ‘boom’ de la fruta cortada y los batidos, cada vez han sido más los puestos especializados en estos productos los que se han sumado a la tendencia. Al tiempo, bares y restaurantes han encontrado un estupendo sitio en los soportales del recinto, que suelen estar atestados.

Por el contrario, las paradas de carne y pescado han visto menguar poco a poco sus ventas. ¿La razón? Una buena parte de los clientes que han frecuentado siempre el mercado ya no acuden tanto, abrumados por la cantidad de personas y lo intransitable en que se ha convertido. “Cada vez vengo menos. Llevo toda la mañana para comprar cuatro cosas. Ahora me voy al de San Antonio , porque es imposible hacer aquí ya la compra”, comenta una señora de unos 60 años, residente de la zona. Hoy, se calcula que son unas 60.000 las personas que visitan el mercado diariamente, según datos del Instituto Municipal de Mercados de Barcelona (IMMB).

En abril de 2015 el Ayuntamiento decretó una regulación del acceso del turismo al mercado. Los comerciantes aseguraron sentirse “colapsados” determinados días, y así se lo trasladaron al Consistorio y al IMMB. La medida restringía el acceso de grupos de turistas superiores a 15 personas los viernes y los sábados por la mañana. Es sábado. Ni Jordi, ni Jaime, ni una gran parte de los clientes lo notan. “Está igual que siempre . Apenas se nota porque el volumen de gente es el mismo. Lo único que cambia es que ahora se dividen y se encuentran dentro”, sostienen.

«No pueden entrar»

Desde el mercado, sin embargo, valoran la medida “muy positivamente” y aseguran que ha sido inequívocamente efectiva. “En la primera semana se pararon 100 grupos de turistas que no acataron la restricción y actualmente este número está oscilando entre cinco y seis”, explica Òscar Ubide, gerente de la Asociación de Comerciantes, que añade que los turistas “ya saben que no pueden entrar en grupo y hacen la visita a título individual”. Además, apunta que están planteándose solicitar ampliar la medida a temporadas vacacionales, cuando la afluencia se multiplica exponencialmente.

Por su parte, el Ayuntamiento manifiesta estar trabajando para mantener el bienestar del mercado, pero no da ningún ejemplo concreto. “La intención es ir ganando espacios para mejorar el confort de clientes y, eventualmente, también para visitantes. El objetivo es contar con espacios amplios y donde la actividad comercial que es el fin principal del mercado, se pueda desarrollar de manera cómoda”, comentan escuetamente desde el departamento de comunicación municipal.

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