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La masificación turística de la Boquería no se detiene

Un año después de regularse el acceso para evitar las molestias de los grupos, el emblemático mercado barcelonés sigue con los mismos problemas de siempre

Una estampa típica de la Boquería, esta semana INÉS BAUCELLS

MIGUEL RUIZ DE ARCAUTE

Pocos metros separan las paradas de Jaime y Jordi. El primero, que regenta una frutería, habla rápido, en lo que apura un cigarro durante su brevísimo descanso. “El turismo ha sido algo muy beneficioso para nosotros. Lo que antes hacíamos por menos dinero ... al vender piezas enteras ahora lo rentabilizamos mucho más. Hemos sabido dar con la clave”. Apaga la colilla y vuelve con premura al puesto, que ofrece casi únicamente los que se han convertido en los dos productos estrella de la Boquería: vasos con fruta cortada o batida. Los pasillos se llenan de turistas caminando vaso en mano. Avanzan con calma mientras miran alrededor y hacen fotos. “Por favor, señor, esto no es una atracción turística”, le llama la atención una tendera a uno de ellos, que dirige el objetivo de su cámara hacia una vitrina con carne fresca. Una escena cotidiana . Otra, no tan frecuente pero también ocasional, es la de los grupos de despedidas de solteros paseando por el mercado.

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