Lang Lang y «Falstaff» contra los recortes
A pesar de las malas noticias prespuestarias, los programadores de ópera y clásica han apostado fuerte
El año 2010 pasará a la historia de la música clásica como uno de los más tristes desde el punto de vista presupuestario: ha supuesto la confirmación de que se ha acabado una etapa. A pesar de todo, solo el Liceu viene anunciando recortes, aunque ... hay que tener en cuenta que las cifras que maneja el coliseo lírico son muy superiores a las de otras infraestructuras culturales del país.
En todo caso, los programadores han seguido apostando fuerte ya que se había conseguido consolidar un público exigente y preparado, acostumbrado a gozar con estrellas mediáticas. Con el Palau de la Música intentando renacer de sus complicadas cenizas —ahora con Joan Oller al mando— ante un discurso en el que se apoya más que nunca la actividad de los coros y con l’Auditori inaugurando su cuarta sala, la vida musical barcelonesa sigue más activa que nunca. Y a pesar de la crisis.
En el ámbito de la música clásica el año comenzaba con una nueva visita del huracán Lang Lang, uno de los responsables de que millones de personas en China descubran el piano y la música occidental. También otro asiático, esta vez un japonés, era el protagonista de un sonado adiós: el director Eiji Oue comenzaba el año despidiéndose de la titularidad de la Orquestra simfònica de Barcelona i nacional de Catalunya (OBC), conjunto que navega desde hace un semestre bajo las órdenes del asturiano Pablo González.
Llamó la atención el maridaje barcelonés que protagonizó el Festival Castell de Peralada al adelantar con éxito la venta de algunos de sus espectáculos y de ofrecer un concierto en la capital catalana: en febrero propuso en el Palau una velada con Neville Marriner, la Orquestra de Cadaqués y la Escolanía de Montserrat. Si el verano estuvo iluminado nuevamente por las noches de Peralada, por la popular programación de Cap Roig y por las penurias de La Porta Ferrada, en el segundo semestre la actividad se trasladó a Barcelona, aunque espacios como el Auditorio de Girona o La Llotja de Lleida continúan ganando público.
En el Liceu se volvió a vivir magia wagneriana de la mano del «Tristan» y de Sebastian Weigle, el llorado ex director musical del Gran Teatre hoy a cargo de la Ópera de Frankfurt, pero los espectáculos que arrasaron fueron, sin duda, dos: La donizettiana «Fille du régiment», ópera que contó con luminarias como Nino Machaidze, Patrizia Ciofi y Juan Diego Flórez, y «Doña Francisquita», título que, después de más de dos décadas, marcaba el regreso de la zarzuela al principal escenario lírico catalán. Ha sido un año de muchos éxitos rubricado por la controvertida «Carmen» en la visión de Calixto Bieito que inauguró el curso 2010-11, por el esperado regreso de «Lulu» a la programación liceísta y por este aplaudido «Falstaff» que continúa en cartel y que cuenta con la garantía de Fabio Luisi en el podio. El coliseo lírico barcelonés también fue noticia cuando, en plena negociación colectiva, miembros del Cor del Gran Teatre salieron a la calle para airear sus reivindicaciones; un anuncio de huelga dinamitó el estreno de la citada «Doña Francisquita»; en este curso también se ha dado a conocer al sucesor de Michael Boder en la dirección musical del Liceu: el catalán Josep Pons.
Los 125 años de la Banda Municipal de Barcelona, la muerte de la pianista y pedagoga Maria Canals, la exhumación de la ópera «Sesostri» del catalán Domènec Terradellas, la elección de Mariona Carulla como presidenta del Orfeó Català en sustitución de Fèlix Millet y el nombramiento de Joan Oller como director del Palau de la Música Catalana han sido otros de los focos de interés del ámbito musical este 2010 que ahora se aleja.
En danza, queda para el recuerdo la visita de Sasha Waltz y de su «Impromptus», un homenaje con música en directo a la vida y obra de Franz Schubert; también ganó aplausos esa «Iphigenie auf Tauris» que aterrizó en el Liceu coreografiada por la inmortal Pina Bausch para despedir el año la particular visión de «Giselle» según el Ballet de David Campos. Baja el telón y, dentro de nada, se vuelve a alzar.
El año de Verdi
El último capolavoro verdiano llegó al Liceu las pasadas Navidades: «Falstaff», la comedia lírica por excelencia, se estrenó a finales de año regresando al escenario de La Rambla después de casi tres décadas de ausencia, esta vez bajo las directrices musicales del laureado Fabio Luisi y en la visión escénica de Peter Stein.
Ambos directores posee un gran prestigio en sus respectivas especialidades, dueños de unas carreras de amplia trayectoria pero que hasta ahora no habían debutado en el Gran Teatre barcelonés. Luisi, titular de la Sinfónica de Viena y de la Staatskapelle de Dresde, a pesar de su amplio recorrido sinfónico siempre ha tomado parte en provechosas aventuras operísticas, sendero que culminará en 2012 cuando asuma como director musical de la Opernhaus de Zurich. Después de estas funciones en Barcelona, saltará al Festival de Música de Canarias, en el que dirigirá dos veladas sinfónicas. Stein, por su parte, es uno de los directores teatrales más destacados del panorama centroeuropeo, creador de aplaudidas puestas en escena de clásicos de todos los tiempos, gestor en Salzburgo y, además, admirador del género lírico, campo en el que se ha atrevido incluso con Wagner.
Las diez funciones programadas se las reparten dos elencos de lujo encabezados por el italiano Ambrogio Maestri y por esa gloria menorquina que es Joan Pons, quienes se alternarán en el papel de Falstaff; Fiorenza Cedolins y la española Maite Alberola compartirán el papel de Alice Ford y la navarra Maite Beaumont y la catalana Anna Tobella encarnará a Meg Page, a quienes se les unirán los espléndidos Ludovic Tézier y Àngel Odena, cabezas de un amplísimo equipo muy bien representado por la cantera lírica española, nombres en los que destacan Mariola Cantarero, Ruth Rosique, Franciso Vas, Carlos Chausson y Carlos Cosías.
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