DE RONDA

Sant Antoni: están pasando cosas

El céntrico barrio barcelonés, de moda por su oferta gastronómica y de ocio

ANA LUISA ISLAS

Dicen que el precio de la vivienda bajará en Barcelona. Será momento de comprar. Y si hay que decidir la ubicación, uno de los barrios a la alza que vale la pena mirar es Sant Antoni. Tiene todo el encanto de un barrio de toda ... la vida, con tiendas y bares de siempre, que conviven armónicamente con nuevos locales que han apostado por este enclave. Por no hablar del mercado dominical.

Además, está ubicado en una locación inmejorable. Está cerca del embrollo, pero sin tocarlo. Si las galerías de arte crecen como setas en el Poblesec, los restaurantes buenos se reproducen silenciosa y rápidamente por aquí, quizás con la sospecha de lo que vendrá cuando se abra el mercado y se libere la Ronda. No todos pueden comprar un pisito ahora. No por ello, hay que privarse de lo mucho que este barrio tiene que ofrecer.

Los clásicos

En la esquina de de Borrell y Tamarit está el refugio de los músicos del barrio. Jazz, R&B y Blues se escuchan en el Bar Ramón a todas horas. Buen rollo, buenas tapas y precios asequibles en un local muy «rocanrolero» que abrió en 1939. Si en cambio, se busca un sitio más clásico, en donde celebrar una ocasión especial, el Druida, en calle Parlament 54, es la opción. Aquí la atmósfera es como de otros tiempos, tirando a «kitsch», pero la estupenda cocina afrancesada amerita el precio y la visita. Otro clásico imprescindible es Els Ocellets, pariente directo del vecino can Lluís; para no perderse.

Otro destino que ya se ha hecho un nombre, a pesar de no llevar tanto tiempo en el barrio es el bar familiar Bohèmic, en Manso 42. El chef Francesc Gimeno ha dado mucho de qué hablar desde hace unos años, por sus bravas incomparables, pero también por ofrecer cocina de autor sin pretenciones ni cuentas de tres dígitos.

Recién llegados

Cuando se habla de «brunch» siempre sale a colación La Federal, en la calle Parlament. El sitio es bonito y tiene un café excelente. Se llena mucho, por lo que es mejor ir a deshoras. A tan solo unos pasos se encuentra el Bar Calders, que apenas cumplió un año y cada vez atrae a más público. Tapas de fusión, vermuts, cocktails y vino artesanal en un ambiente muy agradable a la vista.

Para los que priman la comida y el producto al espacio, Vinòdrom es una parada indiscutible. Jordi Algué y Eduard Dalmau son el duo al frente de este pequeño local de vinos en la calle Tamarit. Las banderillas que preparan son las mejores de la ciudad, además, para acompañarlas, ofrecen vinos de la región a precios razonables. Organizan catas.

Pasión por la empanada

Otro de los que abrió hace relativamente poco es la Fábrica de Moritz. Su carta infinita permite que cada vez que se va se pueda pedir algo distinto. Un excelente sitio para hacer el aperitivo antes de ir al cine. Otro de los que atraen a los cinéfilos es El Laurel, sobre Floridablanca. Tangos de fondo, empanadas exquisitas, milanesa napolitana y una atención casi de cortejo. A dos calles, en la esquina de Urgell con Floridablanca, arrasa Rekons, con unas empanadas y unas madalenas que ya atraen público de toda Barcelona.

No se puede escribir sobre Sant Antoni sin hablar del Inopia, ahora Lolita Tapería. En este sitio Albert Adrià apostó por un barrio que apenas despertaba. Sus ex socios en Lolita Tapería (Tamarit y Rocafort) siguen haciendo bien las cosas. Igual que él mismo, en el Tickets, la joya de la corona de Sant Antoni.

Ya sea para vivir o salir, nada mejor que estas céntricas calles alejadas de los «guiris». Habrá que guardar el secreto para que así sigan.

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