Suscribete a
ABC Premium

Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Objetivo

«El enésimo acto teatral del independentismo pone al descubierto dos cosas»

Miquel Porta Perales

Finalmente, Joaquim Torra ha conseguido lo que buscaba: la inhabilitación. Se lo ha ganado a pulso y con nota alta. No solo porque se autoinculpó ante el TSJC, sino porque su desobediencia ha sido -como señala el Supremo- «obstinada», «contumaz», «contundente», «reiterada», con «voluntad consciente» ... y «disposición anímica». Un profesional de la desobediencia que prosigue la tradición iniciada por Francesc Macià, Lluís Companys, Artur Mas y Carles Puigdemont. Conviene señalar el arte de un Joaquim Torra que, al salir del Palau, invita a la desobediencia después de obedecer -el desobediente que obedece- la sentencia del Supremo. Y una parte de la gente, traga. La inhabilitación de Joaquim Torra consigue el objetivo buscado: la victimización, la indignación, los manifiestos, la solidaridad -hipócrita, a veces- con el personaje, la movilización de la fiel infantería, la criminalización de España, la tabarra de los medios de comunicación afines, y la exigencia de una «ruptura democrática» -incumplimiento de la legalidad vigente- por la vía de una ilusoria autodeterminación. Fuegos artificiales y algo más: la inhabilitación facilita la convocatoria de elecciones autonómicas.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia