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Haremos lo que Benjamin diga

'Lessons in love and violence' no deja un solo momento para el reposo, es pura intensidad musical

Escena de la ópera exhibida en el Liceo barcelonés el 26 de febrero ANTONI BOFILL

Pep Gorgori

Música: G. Benjamin. Libreto: M. Crimp. Intérpretes: S. Degout, D.Okulitch, G. Jarman, P. Hoare. Orq. Del Liceo. Dir. Escena: K. Mitchell. Josep Pons, director. Fecha: 26 de febrero. Lugar: Gran Teatro del Liceo, Barcelona.

La partitura de la ópera 'Lessons in love and violence' está encabezada por una cita bíblica: «Jonatán le respondió: — Haré por ti lo que me digas» (1 Samuel, 20: 4). Estas palabras son el marco perfecto para un entramado de relaciones destructivas que tienen como epicentro al rey Eduardo II de Inglaterra e incluyen a su esposa Isabel; su amante, Piers Gaveston; sus dos hijos y su antagonista, Mortimer.

La música, no hay discusión posible, es de un nivel excepcional. Aunque Benjamin asegura haberse distanciado hace años de su maestro Olivier Messiaen, su sabiduría es palpable a cada compás. Lo es también el poso de Benjamin Britten, el mayor precedente británico en el terreno de la ópera, con permiso de Purcell. El rey Eduardo de George Benjamin hace pensar por algunos momentos en Peter Grimes, mientras que sus dos hijos, salvando muchas distancias, recuerdan a los niños de 'The turn of the screw' en su papel de espectadores que finalmente resultan ser más activos de lo que se esperaba. A nivel dramático, Shakespeare y Marlowe también están muy presentes (las referencias a los ojos arrancados, por ejemplo, nos remiten al Rey Lear). En este sentido, se echa solamente en falta en el libreto el contrapunto cómico con el que Shakespeare parece apiadarse del espectador. 'Lessons in love and violence' no deja un solo momento para el reposo, es pura intensidad musical.

Para el estreno en España, Josep Pons se puso al frente de la Orquesta del Gran Teatro del Liceo. El maestro catalán introdujo a Benjamin en las programaciones cuando prácticamente nadie más había oído hablar de él, y no podríamos encontrar mejor batuta para abordar una partitura que es de una complejidad tan enorme como el asombro que produce al espectador. A esta dificultad se añadió, cosas de la pandemia, que la orquesta estaba desparramada entre parte de la platea y el foso, lo que complicó su tarea de manera considerable. Aun así, Pons obtuvo un éxito rotundo y merecido. En todo momento exhibió control del complejísimo engranaje y, además, fue capaz de equilibrar los planos sonoros a la perfección.

Buen trabajo también el de un reparto vocal en el que destacó la Reina de Georgia Jarman. Desde su estreno absoluto en Londres, en 2018, la obra se ha consolidado como un nuevo éxito del compositor George Benjamin, tras la imprescindible 'Written on skin'. La comparación, odiosa pero inevitable, deja la sensación de que la escenografía y el libreto, esta vez, no han alcanzado niveles tan estratosféricos como el de la partitura. Tanto Mitchell como Crimp han sido excelentes, pero Benjamin muestra un talento arrollador que ensombrecería a cualquiera.

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