TRibuna abierta
Fukushima no es Chernóbil
Es importante que el episodio nos obligue a una reflexión profunda y rigurosa
RAMON ESPADALER
Aunque todavía no conocemos el alcance preciso de los terremotos en las centrales nucleares de Japón, los gobiernos europeos y el conjunto de ministros de Medio Ambiente de los veintisiete ya han empezado a tomar decisiones respecto a la seguridad de estas instalaciones. La propuesta ... austriaca, rápidamente adoptada como posición común, de someter todos los reactores a una prueba de resistencia, o la frenada en seco que acaba de efectuar la Canciller Merkel sobre la prolongación prevista de la vida útil de algunas centrales alemanas son dos ejemplos de esta ágil reacción gubernamental, en clara sintonía con una opinión pública preocupada. Parece evidente que habrá un antes y un después de los incidentes de Fukushima en lo que se refiere al eterno debate sobre la seguridad de la energía nuclear. Es positivo que así sea. Es importante que el episodio nos obligue a una reflexión profunda y rigurosa. Y me atrevo a decir rigurosa, porque me temo que se está aprovechado el incidente, grave y preocupante, para reclamar de forma frívola el cierre «urbi et orbe» de las centrales nucleares.
Creo, sinceramente, que nos equivocaríamos si obviásemos el debate riguroso sobre la seguridad de las instalaciones nucleares con la simple excusa de que nuestro país —y si lo desean nuestro continente— es desde el punto de vista sísmico más seguro que determinadas regiones asiáticas. Y también nos equivocaríamos si, bajo el impacto emocional de un terremoto tan devastador, diésemos por hecho que no hay futuro para la energía nuclear. Más allá de consideraciones nada menores sobre el tiempo y sobre los costes de migrar hacia sistemas de producción energética que no cuenten con fuentes nucleares, creo que el camino correcto pasa por analizar con rigor lo que está sucediendo en las centrales japonesas. Objetividad y rigor analítico que implican necesariamente no sólo experiencia sino también una cierta distancia temporal. Todavía es pronto para poder analizar con frialdad un episodio desgraciado que aún no ha terminado. Conviene pues ser prudentes y evitar los argumentos de los agoreros, de un lado y del otro, que ven en los acontecimientos de Japón un aval de sus tesis preconcebidas. Por este motivo, creo que es importante que nos acerquemos al tema con mesura, ya que Fukushima no es en absoluto comparable a Chernóbil, excepto en un aspecto: que de Fukushima debemos extraer lecciones como ya lo hicimos en su día con Chernóbil. Nos guste o no, la seguridad absoluta en materia nuclear no existe, como tampoco existe en otros múltiples aspectos de nuestras sociedades avanzadas. Pero igualmente sabemos que la obligación de los gobiernos y de las autoridades supragubernamentales es esforzarse continuamente para conseguir la máxima seguridad, aprendiendo, por ejemplo, de los errores propios (caso de Chernóbil) y desde un ejercicio de humildad de la condición humana ante la fuerza de la naturaleza, como ha puesto una vez más en evidencia el caso de Fukushima. Ahora bien, lo que no vale es mirar hacia otro lado.
Ramon Espadaler es presidente del Consejo Nacional de Unió Democrática y diputado de CiU.
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