Como para no mentir
Como para no mentir
AÚN partiendo de la base de que pocas cosas hay más inútiles y frustrantes que una encuesta con fines políticos -¿quién puede resistir la tentación de mentir descarada e impunemente sabiendo que su engaño no tendrá ninguna consecuencia social ni penal?-, el último sondeo del ... Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat arroja algún que otro dato curioso. En una primera lectura llama la atención la caída en picado de la imagen de Zapatero en Cataluña o el hecho de que los catalanes aprueben la gestión del Govern aunque no tengan ni idea de en qué consiste esa gestión ni sepan qué formaciones integran el tripartito. Pero lo dicho, cuestión de fe, vacuidades que no llevan a ninguna parte pagadas con dinero público.
Y con ese dinero público, el CEO se permite la desfachatez de plantear a los encuestados la siguiente pregunta: «Si el Govern tuviera que recortar necesariamente el gasto público en alguna de las siguientes partidas, dígame, por favor, en cuál de ellas estaría dispuesto a aceptar un recorte: atención sanitaria, pensiones, becas para la enseñanza, prestaciones del paro, servicios sociales, viviendas de protección oficial». Ya son ganas de tocar la moral con la que está cayendo. Es como si a un enfermo le preguntan: si llega el caso, qué prefiere que le quitemos antes, el suero que le mantiene hidratado o el antibiótico que le cura la infección. Puestos a quitar, tal vez el pobre hombre prefiera prescindir del servicio de afeitado que le ofrece el hospital.
Pues eso. Puestos a «recortar necesariamente el gasto público» , tal vez los catalanes suprimirían primero las embajadas con sede en el One Rockefeller Plaza, los informes absurdos adjudicados porque sí (sin más explicación) a viejos amigos, los despachos con feng shui, coches oficiales, publicidad institucional, cargos de confianza... Pero, claro, la encuesta sólo daba a elegir entre el suero o el antibiótico. Como para no mentir.
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