En Cataluña se torea

Si son muchos los lugares en donde se mantienen los correbous, fruto de un indulto político, algunos hay también en donde se torea conforme a los cánones de los festejos prohibidos por aquella decisión del Parlament de hace ya seis años. Este fin de semana se repetirá en la barcelonesa Cardona el rito del hombre y el toro frente a frente. La Fiesta Mayor de este pueblo de apenas cinco mil habitantes y feudo casi eterno de ERC, gira en torno al toro. A los correbous, a su tradicional cargolera, y a capotes y muletas. Una gran estelada presidirá los festejos como una prueba más de aquel linchamiento político que supuso la abolición. Una incongruencia más, que viene a desmontar todos los argumentos presuntamente animalistas de defensa de no se sabe muy bien qué valores y qué derechos de los animales. Esquerra asestó el puntillazo final, pero a la vez blindó todos los festejos del toro en la calle que se siguen celebrando en muchos pueblos de Cataluña, blindó la sinrazón de aquella guerra contra la Fiesta, precisamente porque sabían que había lugares en los que las raíces taurinas eran tan fuertes que les podía costar muchos votos, muchas alcaldías, y frente a esto ¡libertad!, qué eufemismo.

Así que Cardona, afortunadamente, volverá a vivir en los próximos días su cita anual con el toro, y una gran estelada volverá a ser el fondo de un joven torero manejando capote y muleta entre el beneplácito de un pueblo que lucha por sus tradiciones.

En Cataluña se torea, con el auspicio de Esquerra Republicana, pero se torea. ¡Qué cosas!