Tribuna abierta
El fin de la nación, la democracia y viceversa
De acuerdo con el libro 'Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza', del profesor del MIT y Premio Nobel de Economía, Daron Acemoğlu, y del profesor de Harvard, James A. Robinson, uno de los fundamentos básicos que garantizan el progreso de las naciones es el respeto a las instituciones y, entre ellas, principalmente, a la separación de poderes
Pérez de los Cobos, galardonado con el XXXI Premio a la Tolerancia
La Asociación por la Tolerancia, que tengo el gran honor de presidir desde hace ya algunos años, es hoy decana en la lucha contra el nacionalismo catalán identitario, clasista y racista (valga la redundancia, porque no hay ni hubo nunca alguno de naturaleza distinta, ... aunque el PSC se vista de seda).
Anualmente, nuestra asociación entrega el Premio a la Tolerancia a personas que hayan destacado por su defensa activa por el orden constitucional, los derechos humanos, contra el terrorismo o por la limitación de los espacios de impunidad asociados al poder. En la edición de este año, el premio ha recaído en el coronel de la Guardia Civil, don Diego Pérez de los Cobos, por su defensa inquebrantable del Estado de derecho, contra separatistas, terroristas y contra cualquier presión e interferencia política inaceptables.
Desde mi punto de vista, creo que la protección de las instituciones del Estado que Pérez de los Cobos ha demostrado a lo largo de su trayectoria es el motivo de mayor trascendencia de todos los que llevaron al jurado, entre cuyos miembros me contaba, a concederle este premio.
De acuerdo con el libro 'Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza', del profesor del MIT y Premio Nobel de Economía, Daron Acemoğlu, y del profesor de Harvard, James A. Robinson, uno de los fundamentos básicos que garantizan el progreso de las naciones es el respeto a las instituciones y, entre ellas, principalmente, a la separación de poderes, además de la existencia de un Estado central fuerte, el respeto a la propiedad privada, a la economía de mercado y una clara limitación de las ambiciones desmedidas de las élites políticas y económicas. Al margen de sus méritos acumulados en la lucha contra el terrorismo de ETA, con su actuación en octubre de 2017, como coordinador técnico del dispositivo de seguridad ante el ilegal referéndum separatista, el coronel Pérez de los Cobos defendió la fortaleza del Estado y contuvo las aspiraciones ilegítimas de la casta nacionalista, que aspiraba a limitar por la fuerza inmoral de un referéndum espurio la libertad de una mayoría de catalanes que somos y nos sentimos españoles.
Posteriormente, desde la dirección de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, el coronel resistió las intolerables presiones del ministro Grande Marlaska para acceder a un informe que la Guardia Civil preparaba sobre la gestión del Gobierno de Sánchez durante la pandemia. Su escrupuloso respeto de la separación de poderes, cimiento fundamental de toda democracia, le costó el cese y su ascenso a general. Según las posibles vías que ofrece nuestro ordenamiento jurídico -de nuevo, acatamiento fiel al orden constitucional-, discretamente acudió a los tribunales en su defensa, que acabaron dándole la razón en todas sus reclamaciones. Debía ser restituido en su puesto y considerado para el generalato, a lo que generosamente renunció para no perjudicar a otros compañeros.
Por otro lado, hace pocos meses, los politólogos del 'New York Times', Steven Levitsky, Lucan Way y Daniel Ziblatt publicaron un artículo titulado '¿Cómo sabremos cuándo hemos perdido nuestra democracia?', en el que defendían que en nuestras democracias ya no se producen golpes de Estado clásicos, a través de la violencia, sino que líderes electos convierten instituciones públicas (Tribunal Constitucional, Fiscalía General del Estado, CIS, RTVE, CNI…) en armas para atacar la oposición.
Otro criterio para saber hasta qué punto nuestra democracia está en peligro, según Levitsky, Way y Ziblatt es el coste de oponerse al gobierno. El ataque sin cuartel al coronel Pérez de los Cobos sería un buen ejemplo de ello.
Finalmente, hablan también de señales concretas, como demandas a medios de comunicación (¿recuerdan el proyecto de Ley «para la mejora de la gobernanza democrática en servicios digitales y ordenación de los medios de comunicación» o la modificación, por real decreto-ley, de la Ley 17/2006 que afectó a la gobernanza y a la renovación del Consejo de RTVE?), control de empresas y universidades (Red Eléctrica, Indra, Telefónica, AENA, Hispasat, Consejo de Universidades…) o el hostigamiento a periodistas y activistas ('Libertad Digital', 'OkDiario', Vito Quiles…), entre otras.
La acción de las élites sanchistas, de sus socios desleales y de todas las instituciones mancilladas están empujando a España a su fracaso como país y facilitando un desliz autoritario del que difícilmente podremos escapar si, como ciudadanos, no nos añadimos al ejemplar comportamiento del coronel Pérez de los Cobos, quien por su conducta y su labor merece nuestro aplauso, nuestro cariño y nuestro reconocimiento a través del XXXI Premio a la Tolerancia.
¡Felicidades, mi coronel!
Carlos Basté es presidente de la Asociación por la Tolerancia
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