El español, una lengua en pleno apogeo

A lo largo de cinco días, profesores universitarios especialistas en el español como lengua extranjera, docentes de español en centros, academias y escuelas privadas de más de 40 nacionalidades, debatieron acerca de la enseñanza del español.

Urbina insiste en la importancia de la elección de las cuatro sedes en las que se desarrolló el Congreso. Por una parte, el carácter internacional de la Casa del Cordón, un «referente de importantes eventos relacionados con el descubrimiento de un nuevo mundo»; por otra, el Hospital del Rey, antiguo hospital de peregrinos; y además, la propia Universidad de Burgos y la Facultad de Humanidades y Comunicación, «sede de estudios de referencia para nuestra lengua». Junto a ellas, el Teatro Principal es una muestra de que este Congreso «no solo se ha celebrado en Burgos sino también para Burgos».

De hecho, la vicerrectora de Internacionalización y Cooperación de la Universidad de Burgos y el presidente del Comité Organizador detallan que la Universidad está realizando varias actuaciones para lograr esto, no solo dedicados a la parte formativa. Entre los ejemplos de esas acciones complementarias destacan el viaje que realizaron el año pasado a Estados Unidos; el convenio con la sociedad municipal 'Promueve' para promover Burgos como sede del español; y los cursos a medida para diferentes tipos de profesionales para la promoción del español.

Urbina asegura que ya han realizado desde la Universidad de Burgos cerca de una treintena de acciones para lograr aumentar su vínculo con la enseñanza del español. El objetivo es que Burgos se convierta en referente para el estudio de nuestro idioma.

La escritora Elvira Lindo fue la encargada de clausurar el congreso de Asele con una conferencia en la que reflexionó sobre la disciplina y la inspiración, que «deben ir de la mano en la escritura».

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«La escritura me ha enseñado a ser disciplinada en casi en todos los aspectos de mi vida», afirmó Lindo, que aseguró que en su infancia cultivó la indisciplina como forma de escapar del ambiente opresivo del sistema autoritario que regía en España, y también en su casa. Lindo se describió en esa etapa de su vida como una niña «escapista», «imaginativa», «fantasiosa», «valiente» para abordar lo prohibido y «con inspiración».Sin embargo, reconoció que «tuvo que hacerse adulta para someterse a la disciplina», porque la escuela no la ayudó en esa tarea, en la «que sigue aprendiendo». Un aprendizaje que comenzó con la radio, su primer trabajo a los 19 años, que le enseñó que «cualquier acto comunicativo tiene que suceder en un tiempo limitado y con el objetivo de que sea comprendido por el receptor», y «probablemente la medida del tiempo es lo que más educa la disciplina».

El siguiente paso, explicó la escritora, fue la literatura, a enfrentarse al reto de ser trabajadora y jefa al mismo tiempo, a ser capaz de organizar su propio tiempo y aprender que «aunque no respondiera a las órdenes de nadie», debía ser su conciencia la que dictara el horario, sin sábados ni domingos, porque si se abandona el trabajo muchos días se pierde el hilo y el tono». Sin embargo, escribir no es solo disciplina y tiene también «mucho de inspiración», según Elvira Lindo.