VÍA PULCHRITUDINIS

No importa

El problema es que nos han privado de querer para obligarnos a odiar

Pedro Sánchez en el Comité Federal del PSOE en el que presentó su propuesta de amnistía EFE

Imagínense que entran en un bar y sobre la testa del camarero hubiera un retrato de Sánchez y Puigdemont, imagínense que al salir hubieran cambiado las estatuas del Conde Ansúrez, Berruguete o el Cid por una de Otegui y Junqueras a caballo. Probablemente lo anterior ... les recordará a esos países del tercer mundo donde te hartas de ver fotos de Mohamed VI o Maha Vajiralongkorn. Sin embargo, nada, nada de eso sería importante si fuera fruto de la opción libre de unos ciudadanos que decidieran en las urnas que eso es lo correcto. Que Cataluña se independice y lo hagan también el País Vasco y Galicia no es importante.

A muchos les puede escocer pero es lo que tiene la democracia. Que no gobierne la lista más votada si el segundo y el tercero coinciden tampoco es extraño. Imagínense que conservadores y liberales no pudieran pactar porque ganan los socialdemócratas. Sí votamos y hacen lo que queremos todo está dicho. Las reglas del juego se aceptan con todas las consecuencias, no vale que todo esté bien cuando ganan los míos y mal si ganan los otros.

Lo peor, por mucho que nos duela, no es que los castellanos y leoneses tengamos que pagar el pan de oro de las griferías de personajillos venidos a más por ir en un coche negro con cristales tintados. El problema es que se nos ha privado de querer para obligarnos a odiar. Pedro Sánchez afirma sin rubor que la amnistía «no estaba dentro de sus planes» pero que todo sea con tal de que no gobierne la derecha.

Hasta esa salvajada sería comprensible si no fuera porque es capaz de hacerse más ultra que Blas Piñar con tal de que no gobiernen 'los fachas' o, lo que es lo mismo, todo está en venta y el poder ya no se gana sino que se compra. Pueden pintarlo como quieran pero eso no es democracia, eso es una dictadura. Poco importa que de esta salgamos seis países, Montero sea virreina de ultramar o Díaz suba a los altares, lo importante es que la democracia ha desaparecido. Poco importa que Cataluña sea nación, país o región, poco importa el dinero o que liberen delincuentes. El peligro está en usar la democracia para acabar con ella. Alguien debería preguntar a Sánchez quién sería una alternativa legítima para sucederle porque Iglesias ya ha dicho que su mujer.

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