«El romance es un género que pide a gritos ser difundido»

«El romance es un género que pide a gritos ser difundido», dice convencido el folclorista salmantino de Monforte de la Sierra.

No es la primera vez que Gabriel Calvo cuenta con el respaldo de Joaquín Díaz en uno de sus proyectos. El etnógrafo y músico ya jugó su papel en los discos La sirena dormida (2000), en el que participaron además Los Sabandeños y Jorge Drexler, y Cuentos que se cuentan y se cantan (2009). En la nueva grabación, Díaz lo ha acompañado en las voces de siete de los trece romances, después de contribuir a la selección de temas. También escribe la presentación de la edición especial de este trabajo (una carpeta ilustrada), para reivindicar el romance como un género «nuevo y eterno».

Con Kepa Junkera, la intención de grabar un tema juntos también venía de atrás. Pero no se había plasmado hasta Trovadores y juglares, donde el músico vasco toca en «La mujer del pastor». «Su canción fue la última que grabamos; cuando vio el resultado final, él, que no ha trabajado mucho el mundo de los romances, incluso propuso producir el proyecto entero. Lo que pasa es que el disco ya estaba casi terminado», explica Gabriel Calvo, quien pospone «para otra ocasión» ese posible trabajo conjunto.

Javier Bergia, a quien el salmantino considera un músico que no ha recibido el reconocimiento que merece, ya había trabajado como arreglista del disco de Joaquín Díaz Dendolatrías, producido por el propio Gabriel Calvo. Sabía bien por dónde llevar los arreglos musicales.

Un extenso equipo de músicos completa el reparto de esta reivindicación del romance, un género que no ha tenido dentro del folclore un tratamiento similar al de las jotas o las rondas, pero que el folclorista considera «la vida y la génesis de la música tradicional» y el origen de la lírica popular.

Ahora toca defenderlo en vivo y Gabriel Calvo se ha propuesto reinventarse sobre los escenarios. Joaquín Díaz no canta en directo y la otra voz de Trovadores y juglares se ha propuesto hacer algo diferente, acompañado por su grupo, La Fabulosa Retahíla.

Lejos de plantear una serie de conciertos al uso, el folclorista ha concebido un espectáculo diferente, teatralizado. En él se convertirá en trovador y juglar, como homenaje a esas figuras y a la de los ciegos copleros, responsables de las variaciones de las letras y de que el género permaneciese hasta entrado el siglo XX «en constante evolución». «Quiero hacer algo grande, porque el romancero es un género español que pide a gritos que se difunda», insiste.

El romance tiene su público, y un público menos envejecido de lo que se piensa, asegura. Lo comprobó con los Cuentos que se cuentan y se cantan. «Creo que es un falso mito pensar que el mundo del folclore y la tradición le interesa solo a la gente mayor. Siempre pongo un ejemplo: los conservatorios están llenos de gente joven y allí se estudia música de hace muchos siglos. Cuando uno habla de folclore se asocia con el pueblo, con la gente mayor, con algo pasado... y no. A los conciertos va un 80% de gente joven».