Javier Cámara: «Volveré al teatro, pero ahora me da miedo»

Hijo de un agricultor -y saxofonista- en un pequeño municipio de La Rioja (Albelda de Iregua), ha reconocido que aunque tuvo claro que quería marcharse del pueblo le «costó» enterarse «de que lo que me apetecía era hacer esto», y fue uno de sus profesores, Fernando Gil, quien le empujó a matricularse en la Escuela de Arte: «Recuerdo cuando entré en el aula magna y estaba José Luis Alonso de Santos. Fue la primera clase de las que había estado en toda mi vida que me interesaba». Ha rememorado también que aquellos de estudiante «se le pasaron como un suspiro» y pese a que salía tarde muchas veces de trabajar -estuvo de acomodador en el Teatro Fígaro de Madrid y de camarero en la Filmoteca- no hacía pereza para acudir a las 8 de la mañana a clase.

El actor ha recordado como fueron sus orígenes en el cine de la mano de Fernando Colomo y Santiago Segura , «a los que debo el principio de todo». Así, ha relatado entre otras anécdotas, como fue su primer encuentro con el segundo cuando después de una representación en el Teatro Infanta Isabel, recién licenciado, le fue a buscar al camerino para decirle: «Tú y yo haremos una película juntos».

Así fue y en el año 1998 participaba en «Torrente: El brazo tonto de la ley». Luego llegaron, entre otras, «Cuarteto de La Habana» y «Hable con ella». «Me resultó muy extraño que Almodóvar me llamara cuando estaba haciendo 'Siete vidas'» , quizá la comedia que le dio más a conocer, de la que ha recordado que era «muy divertida y disparatada», pero nada que ver con el trabajo que le iba a requerir el manchego. «La gente que ha confiado en mí viendo algo que yo ni siquiera veía ha sido la más importante de mi vida», ha señalado respecto al cineasta y otros «buenos maestros» ha tenido en lo que lleva de trayectoria. A sus órdenes trabajó también en «La mala educación», una película «importante» por el tema que tocaba que luego han abordado con acierto también «documentales interesantes» y para la que le valió su experiencia durante la etapa educativa, de la que guarda un buen recuerdo: «Estar en un colegio de curas de los 13 a los 16 años me vino genial».

Javier Cámara también se ha referido a Isabel Coixet, con la que trabajó en «La vida secreta de las palabras»: «Fue la primera que me abrió muchas puertas. Es una mujer muy especial. Se ha hecho a sí misma», ha señalado respecto a la recién Premio Nacional de Cinematografía, que el pasado sábado en la gala inaugural de la Seminci recibía también una Espiga de Honor .

Centrado ahora en el cine, ha señalado que no ha abandonado el teatro, aunque sí que reconoce que de momento lo ha dejado «al margen»: «Volveré al teatro, pero ahora me da miedo. Tienes que entrenar el cuerpo de otra forma. Me ha costado mucho controlarme físicamente y tendré que reaprender a hacer teatro».

Javier Cámara ha explicado que cuando se mete en el papel lo que hace es fijarse en el «tono de la historia», ya que «las etiquetas las va poniendo la gente. Yo prefiero disfrutar del personaje». Eso sí, ha asegurado que en todos sus trabajos desborda «energía»: «La gente se entera de que me lo estoy pasando bien. Eso contagia positivamente al rodaje», ha apuntado. destacando la importancia de que el equipo sepa que «eres un tipo cercano, que no eres más que el técnico o el foquista» y que «todo el mundo esta ahí para ayudar».

«Me dicen que transmito humanidad y eso me halaga», ha continuado señalando el intérprete, para quien lo importante también en su trabajo como actor es que «el director tenga confianza en ti y que tú la tengas en la historia que él quiere contar porque así le ayudarás a contarla». «Yo me doy cuenta de que cuanto más distante es el personaje al que me tengo que enfrentar más cerca estoy de él».

El intérprete de «Truman» ha recordado también sus trabajos junto a Ricardo Darín o Lluís Homar, dos grandes intérpretes de los que ha recibido las «lecciones más importantes» en esta profesión, la «humanidad» con la que se debe tratar a todos los compañeros del equipo: «Me he dado cuenta de cuanto más arriba está en el escalafón, cuanta más responsabilidad tiene el artista, en el 99 por ciento hay una gran carga de humildad».

Ante las preguntas de los alumnos, el actor ha confesado ser «nefasto» para las audiciones, y que sólo en dos ocasiones se ha atrevido a llamar a directores para proponerse para un papel, una de ellas fue recientemente a Paolo Sorrentino, bajo cuyas órdenes ha trabajado para la serie de HBO «El nuevo Papa». Por último, ha recordado el «inimaginable viaje» que le ha supuesto participar en la película «El olvido que seremos». La película, que se estrena el próximo viernes 30 de octubre, está basada en la novela testimonial del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, que narra la historia de su padre, un médico pandemista al que precisamente da vida Javier Cámara, dirigido en esta ocasión por Fernando Trueba, que será precisamente quien esta noche le entregue la Espiga de Honor.