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Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

El pecado capital

«A José Antonio de Santiago-Juárez le ocurre que le sienta muy mal verse sin presupuesto para pedir titulares, verse lejos del Colegio de la Asunción que es donde está el poder y no en los despachos de la oposición en la Plaza Mayor»

José Antonio de Santiago-Juáre, esta misma semana ABC

La necesidad de tener algo por escrito para que sea real siempre me ha parecido de una galopante inseguridad, de diván de psicoanalista que no ha leído a Kafka . De persona que escribe el primer te quiero por «WhatsApp». Como los independentistas, que la única batalla que han ganado en sus vidas es la de los libros de texto. Los papeles han sido siempre un asunto de contables y tesoreros. Una vulgaridad.

Valladolid no necesita que ningún documento la certifique como capital de nada . Valladolid es una ciudad serena con su historia, sin necesidad de halagos, ni siquiera de los propios vallisoletanos. La sobriedad castellana bien entendida. No se explica si no de otra manera que mantenga una catedral con una torre tuerta y mire serena sus siglos reflejados sobre la Esgueva y el Pisuerga. Que tenga tan mal reseñados y explicados sus atractivos históricos, rincones que en cualquier otra urbe del mundo se indicarían con placas y neones como escenarios de culto.

Necesitar papeles que acrediten verdades es como tratar de resumir ya en el epitafio una vida entera. A Valladolid le sobran tanto los documentos oficiales que su historia nos es desconocida casi, si me apuran, a los propios vallisoletanos. De Valladolid -que es Castilla- «se hizo España». Valladolid fue capital del imperio en su Plaza de San Pablo, capital del reino, altar de España, pila bautismal de reyes, ciudad cervantina, luz de nuevos mundos, plegaria civilizadora, catafalco de Colón… Por eso suena a burla que ahora se le ocurra al grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Valladolid que necesitamos que nos den un papelito en la Junta con todos sus grupos parlamentarios de acuerdo -que sería una novedad casi apocalíptica- diciéndonos que somos una cosa que ya sabemos perfectamente -esté escrito o no- en Castilla y León: capital de la región. No me extraña que se cabreen en otras provincias porque nuestros políticos anden con estas bobadas.

Abrir viejas heridas en carnes nuevas es de una patológica necesidad de atención. Pero parece el juego de muchos de nuestros políticos de hoy. A J osé Antonio de Santiago-Juárez le ocurre que le sienta muy mal verse sin presupuesto para pedir titulares, verse lejos del Colegio de la Asunción que es donde está el poder y no en los despachos de la oposición en la Plaza Mayor. Por eso que venga a decir obviedades y a reclamar con soberbia -que es pecado capital- acreditaciones al gobierno regional produce tanto cabreo generalizado. En Valladolid y León. No porque tuviera tiempo de estas ideas de cajón -e incluso haberlas sacado adelante- durante todos sus años como vicepresidente de la Junta, sino por la soberbia de querer abrir otra guerra en un PP que ya no es el suyo.

Está el PP burocrático de Mañueco y el del Ayuntamiento de Valladolid, que es una escisión que corre el riesgo de acabar convirtiéndose en la marca blanca de Óscar Puente si sigue hablando de Santiago-Juárez .

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