Fermín Cacho: «Le dije a mi entrenador, disfruta que vas a tener al primer campeón olímpico de 1.500»

Desde su casa de Andújar, Fermín Cacho, el más grande atleta español de todos los tiempos, contempla por televisión los Juegos Olímpicos de Londres en vísperas del vigésimo aniversario de su título olímpico de 1.500, la mayor gesta del atletismo español en toda su historia.

El 8 de agosto de 1992 pasará a los anales del atletismo español como la fecha en que un soriano de 23 años desmintió todas las teorías emergentes sobre la superioridad africana en carreras de medio y largo aliento.

Nacido en Ágreda (Soria) el 16 de febrero de 1969 en el seno de una familia humilde, Cacho realizó una hazaña no igualada en los veinte años transcurridos desde la final barcelonesa, y el fracaso del 1.500 español en los Juegos de Londres (los tres representantes eliminados en primera ronda), apunta a que habrá de pasar mucho tiempo para que eso ocurra.

Con motivo del aniversario, Fermín Cacho recuerda para la EFE lo ocurrido hace veinte años en los Juegos de Barcelona desde que se levantó, a las 9 de la mañana, hasta que se fue a la cama, con la medalla de oro en el bolsillo, a las cuatro de la madrugada. Tanto la noche anterior como la siguiente, durmió como un tronco.

- Pregunta: ¿qué es lo primero que se te viene a la cabeza de aquél día? A veces se recuerdan detalles sin importancia en las grandes ocasiones.

- Respuesta: Recuerdo que el día era muy caluroso, pero la sensación mía desde por la mañana era muy buena de cara a la final de las ocho de la tarde.

- P: ¿Dormiste bien la noche anterior a la final?

- R: Dormí con los ojos cerrados. Quiero decir: dormí bien, sin pensar mucho en la carrera, para poder estar bien descansado para el día siguiente.

- P: ¿Qué hiciste aquel 8 de agosto desde que te levantaste hasta la carrera?

- R: Me levanté a las nueve, desayuné, más tarde me fui a rodar a la pista de la Villa Olímpica, di la enhorabuena a las chicas del hockey sobre hierba, corrí 20 minutos, estiré, luego regresé a la Villa, me duché, sobre la una y media fui a comer, sobre las tres me eché una siesta hasta las cuatro y media, a las cinco me fui al estadio olímpico, y a las siete me puse a calentar para la carrera.

P: ¿Alguna anécdota en la cámara de llamadas?

R: Nada especial, pero recuerdo que cuando iba de la pista de calentamiento a la cámara de llamadas, le dije a mi entrenador (Enrique Pascual): vete a la grada y disfruta de la carrera, que vas a ser el primer entrenador que va a tener un campeón olímpico de 1.500 metros.

P: Narra aquella carrera desde dentro.

R: Salí por la calle uno, me puse en cabeza, luego me pasó (el keniano Joseph) Chesire, que tiró muy lento las dos primeras vueltas. Yo ya sabía que los últimos 500 metros iban a ser muy rápidos, por lo que había que estar bien colocado en la última vuelta. A falta de 220 metros vi un hueco y no me lo pensé para pasar. Tiré con decisión. En los últimos 100 volví a cambiar de ritmo y lo único que pensaba era que algo muy malo me tenía que ocurrir para no ganar. A falta de 40 metros levanté los brazos y ya me vi campeón olímpico.

P: ¿Cómo dormiste la noche posterior a la medalla?

R: Fue una noche muy larga porque tuve que atender a la prensa y a innumerables medios de comunicación. Me fui a la cama sobre las 4 de la mañana y dormí como un tronco.

P: ¿Donde tienes la medalla habitualmente? ¿Necesitan algún mantenimiento especial?

R: Está en casa, junto a la medalla de plata de Atlanta (1996). Y lo único que necesita es un paño y mucho cariño.

P: ¿Te preguntan tus hijas por aquel día?

R: Mucho. Y además hemos visto la carrera todos juntos muchas veces.

P: ¿Eres consciente de haber realizado la mayor gesta del atletismo español?

R: No creo que sea yo quien lo tenga que decir, sino la gente. Yo solamente he tratado de hacer bien mi trabajo.

P: ¿Qué piensas hacer este miércoles, día del 20 aniversario?

R: Estar con mi mujer y mis hijas, y ver los Juegos Olímpicos de Londres. No voy a estar allí, lo veré por televisión en casa con la familia.