Cuando las bicefalias en el PP de Castilla y León no fueron un problema

Fue a los pocos meses del nacimiento del PP, allá por 1989, cuando se produjo el primer «caso» en Castilla y León. José María Aznar presidía Alianza Popular desde el 85 y había ganado las autonómicas del 87 al superar por apenas 3.000 votos a los socialistas. Gobernó con el apoyo -inestable- del CDS, pero el madrileño fue llamado a misiones mayores a mitad de su mandato. Corría el año 1989 y la formación acababa de refundarse bajo el mandato de Manuel Fraga Iribarne. El nuevo partido se enfrentaba a unos comicios generales sin opciones de triunfo y se decidió que fuera el joven Aznar el candidato a alcanzar el «imposible» de superar a Felipe González . Tras aceptar, dejó «arreglada» la situación en el partido regional y en la Junta. Su entonces número 2 en el PP autonómico, Juan José Lucas, recuerda cómo le puso «una lista de diez o doce procuradores para presidir la Junta y yo mismo fui borrando nombres hasta que sólo quedaban Posada y León de la Riva . Aznar me preguntó que qué hacíamos y yo le dije que si no quería que ardiera la Comunidad la decisión más sensata era elegir a Posada. Me dijo que adelante, que lo pusiera en marcha».

El «otro» soriano -que luego fuera ministro con el propio Aznar y presidente del Congreso- se convertía así el 16 de septiembre de 1989 en presidente de la Junta. Ahí arrancó la primera bicefalia del PP regional después de que Lucas se hubiera convertido oficiosamente en el líder del partido -ocuparía la presidencia durante más de diez años- con la cesión de poderes decretada por el expresidente del Gobierno. Fueron menos de dos años «sin ninguna discrepancia», según recuerdan ambos protagonistas. De hecho, en opinión de Posada, la bicefalia «casi ni existió» porque «yo, como presidente del Gobierno regional, tenía más relación con él por su cargo de vicesecretario de Organización del PP a nivel nacional». Además, la amistad que profesaban jugó en su favor. «Posada y yo hemos colaborado siempre y hoy seguimos viéndonos y comiendo juntos con mucha frecuencia».

Tampoco hubo excesivos problemas en el relevo al frente de la Junta. Aunque Lucas recuerda que Posada intentó «ratificarse» a través del entonces gerente del partido y hoy defenestrado Jesús Sepúlveda , «Aznar le dijo que tenía este tema decidido y que Juanjo -por él- era intocable». La versión de Posada es que había un acuerdo -«el pacto de los remos», se denominó- para que los presidentes provinciales, Lucas y yo aceptáramos la decisión de Aznar «y así fue».

La segunda bicefalia tampoco resultó conflictiva. Juan Vicente Herrera era nombrado presidente de la Junta el 16 de marzo de 2001 y Lucas, que acababa de ser «elegido» como ministro, se mantuvo al frente del PP regional hasta octubre de 2002. Fue de nuevo un periodo «de ausencia de discusión y no hubo un sólo problema».

En cuanto a la tercera que están a punto de inaugurar el burgalés y Mañueco, Posada deseó que «la relación entre ellos sea tan buena como la de Lucas y la mía», mientras que el expresidente del Senado consideró que sólo habrá dificultades «si alguno comete una torpeza». A ambos les recomienda «que sepan el papel que tiene cada uno. Mañueco no puede presidir la Junta y el Herrera no puede hacerlo con el PP. Así de sencillo».