Cáritas atiende a 30.000 personas más en el primer año de pandemia
La alimentación vuelve a ser la ayuda principal y desbanca a apoyos para facturas o alquiler
Comedor social de Cáritas en Valladolid durante el primer año de pandemia
Los efectos sociales y económicos del terremoto que ha supuesto la pandemia ya se dejan notar, y organizaciones como Cáritas se vuelven a arremangar para ayudar a los más afectados. En su caso, las once entidades de las que dispone en diferentes puntos de la ... Comunidad han atendido a 30.000 personas más durante el primer año de pandemia. En total, fueron unos 150.000 ciudadanos los que se han visto arrastrados por la crisis sanitaria, respecto a los 120.000 que acudieron para solicitar apoyo el ejercicio pasado.
«Muchos de los nuevos usuarios acudían por primera vez a nosotros y otros han vuelto después de muchos años», explica el presidente de Cáritas en Castilla y León, Antonio Martín de Lera, tras un año que, reconoce, ha sido «muy duro», con trabajadores y voluntarios que han dado lo mejor de sí mismos sin cerrar los centros en ningún momento y ante una circunstancia a la que no se habían enfrentado nunca.
Y es que la epidemia ha cambiado su forma de trabajar, pero también ha modificado tendencias sobre las ayudas solicitadas que se habían estabilizado tras la crisis económica de 2008. «Nos hemos encontrado con que ha habido un retroceso, mucha gente viene ahora reclamando apoyo para lo más básico, la alimentación». Hasta el pasado mes de marzo, esas ayudas para los bienes más fundamentales habían pasado a un segundo plano, desbancadas por las destinadas al pago de las facturas energéticas o el alquiler. «Si las familias tenían algún ingreso, lo destinaban a lo más necesario, que es comer», expresa, «y el resto nos lo solicitaban a nosotros».
Entre 35 y 45 años
Pero de nuevo, los alimentos, los productos para bebés o el gasto farmacéutico vuelven a primera línea y en eso se centran ahora en Cáritas. Sobre todo han llegado «familias con niños, muchas monomarentales», de entre 35 y 45 años. Es la franja que más ha aumentado entre unos usuarios que se han visto obligados a buscar ayuda al verse afectados por los numerosos expedientes de regulación de empleo o directamente por los despidos. También han acudido personas que trabajaban en la economía sumergida y otros a los que el pago de ayudas se les ha retrasado. No ha habido diferencias entre provincias, aunque sí se ha visto que las ciudades más grandes han sido más golpeadas.
«También ha crecido mucho la atención a las personas mayores, nos han pedido mucha ayuda para acompañamiento en la soledad durante el confinamiento, también para hacer la compra o ir a la farmacia», indica Martín. A eso ha ayudado las once entidades que tiene Cáritas Diocesana en un territorio extenso, como es el de Castilla y León, y también bastante «envejecido».
No ha faltado el apoyo para reducir la brecha digital entre el alumnado mientras las clases tuvieron que trasladarse a los domicilios. «Los voluntarios han llevado las tareas escolares a los niños para que no perdieran el ritmo escolar», indica. Y eso que el voluntariado en general se ha reducido en esta etapa porque «desde el principio hubo que pedir a los más mayores que, por seguridad y precaución, no salieran de sus casas y no participasen», afirma. Un descenso que se ha compensando con un incremento en el número de jóvenes y algunas asociaciones que han querido echar una mano en esta difícil situación.
Y la solidaridad también se ha «puesto de manifiesto» en este tiempo en el plano económico. Tanto particulares como empresas e instituciones han hecho crecer los ingresos de los que dispone la organización entre 5,5 y 6 millones más que en el año anterior que servirán para aguantar un incremento de demanda que, según las previsiones, continuará al menos los próximos dos o tres años. «En el ámbito económico, la recuperación llevará tiempo. Serán momentos difíciles», concluye.