«Buscaremos camas de debajo de las piedras para no llegar al colapso»
Carlos Dueñas, coordinador regional de Medicina Interna para el Covid
M. Antolín
Desde la llegada de la primera ola de la pandemia fue nombrado coordinador regional de Medicina Interna para el Covid, una de las especialidades principales que ha cargado sobre sus hombros el tratamiento del coronavirus, y responsable asistencial para esta enfermedad en el Hospital Clínico ... de Valladolid. Inicialmente, junto al resto de coordinadores de otras disciplinas, se encargó de ser enlace entre los clínicos y la gerencia autonómica de Salud y de trasladar información sobre diagnóstico y novedades del tratamiento del virus para plantear una lucha común. A día de hoy tiene también entre sus funciones conocer la situación de los centros hospitalarios, ya al límite de su ocupación durante la tercera ola, para gestionar traslados entre provincias y, en su caso, también al edificio Rondilla de Valladolid desde toda la región.
—La saturación en los hospitales es máxima, ¿se puede hablar ya de colapso en alguno de ellos?
—No sé si podemos hablar de colapso, porque una de las virtudes que tenemos en los hospitales de Castilla y León es la capacidad de inventarnos y sacar huecos y camas de debajo de las piedras. No estamos como lo que pasó en la primera ola en Leganés, de cerrar la puerta del hospital porque no cabe nadie más, pero estamos cercanos. Ayer mismo —en referencia al viernes— el hospital de Palencia tuvo 32 ingresos Covid y si cada día tienes 30 ingresos con un número limitado de camas, y además, tienes que ver pacientes que no tienen Covid llega un momento que, aunque habilites el gimnasio, la cafetería o lo que sea, no caben. En el Clínico tuvimos en total 70 ingresos, pero todavía nos quedan camas y seguimos buscando huecos hasta debajo de las piedras para atender a los pacientes. Hay que intentar buscar las opciones, concertar con hospitales cercanos, traslado a centros próximos, al edificio Rondilla o montar un sistema de pacientes menos graves y visitarles al domicilio para intentar que no se llegue a colapsar el hospital.
—¿Qué margen les queda a los que están peor y al resto para poder acoger enfermos de otras provincias?
— La incidencia parece que se ha establizado y son días que van a nuestro favor porque, probablemente, eso supondrá menos ingresos. Siempre que baja, en 5 o 6 días notamos que bajan los ingresos. Lo peor en cuanto al pico de incidencia creo que ha sido la semana pasada y ya ésta las cifras empezaban a mejorar. En el Clínico se van equilibrando cada vez más ingresos con altas y eso te va a permitir no habilitar más camas. Espero que este fin de semana o principios de la próxima todos los hospitales empiecen a notar esto y que no llegue el momento que tengamos que cerrar un hospital porque no caben porque todavía hay alternativas con hospitales privados y demás. Creo que no llegaremos a colapsar. Los hospitales grandes tienen centros satélites que tienen colchón para aumentar camas, el Clínico tiene posibilidad de aumentar entre 60 y 70 y luego está el edificio Rondilla, donde vamos a tener en funcionamiento entre 90 y 100 con posibilidad de apertura de otras cien más. Colchón hay, salvo hecatombe.
—En algunos hospitales ya hay gimnasios habilitados para tratar pacientes, ¿hasta dónde se puede llegar?
—En el Clínico se va a utilizar uno con 35 camas, pero si fuera necesario se podrían usar más y también tenemos el edificio Rondilla. Tenemos margen de ocupación y, los demás, con dificultades, pero creo que van a aguantar.
—¿Usted es de los que cree que se permitió demasiado el contacto en Navidad y ya preveía una situación como la actual o le ha sorprendido la virulencia de esta tercera ola?
—Se veía venir, tal y como estaba la gente por las calles, y nuestras relaciones sociales navideñas en domicilios tampoco han sido todo lo deseables que debían ser. En mi hospital, tenemos un montón de habitaciones compartidas por marido y mujer, no mayores, de mediana edad, y son consecuencia de cenas navideñas. Yo habría sido más estricto desde el principio y la mayoría de los sanitarios, que a lo mejor tenemos el sesgo de lo que estamos viendo en el día a día y no pensamos tanto en la economía del país. Pero para eso están los que tienen información de los dos lados y deciden.
—¿Usted y el resto de coordinadores regionales tuvieron voz y voto cuando se tomaron estas medidas?
—No, nosotros no estamos en el comité de expertos. Somos clínicos y nos dedicamos a la asistencia más en clínica. Eso depende más del comité de expertos y también con lo que digan las autoridades nacionales.
Pacientes más jóvenes
—¿Cree que hay posibilidad de que Castilla y León se quede ahora sin medios materiales y respiradores?
—Yo creo que no. Todos los hospitales han hecho sus labores, la otra vez era más que nada porque todo este tipo de material se fabricaba en China y estaba cerrado y no lo podían mandar. Pero en estos meses, se ha trabajado para evitar lo que pasó en la primera ola y hay respiradores de sobra. La situación de material no es mala.
—La preocupación parece estar, más bien, en la escasez de recursos humanos. ¿Puede llegar un punto en el que no haya médicos para poder atender a los ingresados?
—El personal médico y de enfermería parecemos chicle, al final vamos estirando y estirando. Ya me gustaría que hubiera bolsa y 400 enfermeras libres y 10 médicos, pero no lo hay en ningún sitio en España y al final vamos reinventándonos como podemos con la buena voluntad del personal, a base de su espalda y su cansancio vamos tirando.
— El perfil de los hospitalizados cambia en esta tercera ola y parece que los pacientes llegan más graves a los hospitales, ¿cómo se están encontrando a los enfermos?
—Lo que estamos viendo es que son pacientes más jóvenes, en los que la sensación de fatiga no es tan alta y aguantan más en casa. Se parece un poco a la primera ola, cuando quizá la gente por miedo esperó más en casa, y ahora porque son gente joven y no tiene sensación de que estén tan malos. También está por analizar si tiene algo que ver la variante británica, que podría ser más grave y más transmisible.
—¿Cómo nota a los sanitarios en esta tercera ola?
—Agotados físicamente, porque te vas estirando, y psíquicamente, porque es muy duro. Hay muchos pacientes, muchos que se ponen malos y fallecen, estás dando malas noticias, ver a los pacientes graves solos con sus miedos y sus angustias... El soportar eso psíquicamente es muy complicado. A parte de lo físico, de las horas que metes, lo psicológico es muy duro y, de hecho, hay un porcentaje de personal que no aguanta y está de baja.
Muchas dudas
—¿Qué es lo peor que están viendo en este momento?
—La incertidumbre, hay tantas cosas que te preocupan... ¿Podremos vacunar a todo el mundo? Llevamos ya un año, tratamientos tampoco tienes gran cosa aún, la vacuna parece que se ralentiza y todo esto augura que la cerrera de fondo se va a alargar. Hay muchas dudas, ves cómo se te van de las manos pacientes que ingresan por la mañana y por la tarde se han puesto malísimos. Todavía hay demasiado por conocer de este maldito virus que nos está machacando.
—¿Imaginó en el mes de marzo que la situación se prolongaría tanto y que llegaríamos otra vez a una situación tan grave?
—Yo creo que esto terminará comportándose como la gripe. Era lo esperable, con el tiempo acabaremos haciendo cada año vacuna de las cepas y variantes que se esperan que ese año van a circular por el mundo. Sí me lo esperaba, lo que no esperaba es que siguiéramos teniendo unas olas con unos muros de incidencia tan altos porque eso es lo que asimilan mal los hospitales.
—¿Qué mensaje le enviaría a los ciudadanos en el momento actual?
—Evitar al máximo las relaciones sociales, la burbuja más pequeña que puedan tener que sean sus convivientes, distancia social y mascarilla, a ser posible FFP2 mejor que la quirúrgica, y lavado de manos continuo. De momento no tenemos más hasta que no consigamos vacunar a toda la población. De tanto oírlo, creo que el cerebro busca salidas a una situación como esta, los muertos que te dicen a diario parece que ya no te hacen el daño que te hacían antes y si llevas seis meses encerrado, pues te apetece tomarte una caña con esos amigos que no ves. Pero si se puede evitar, se agradece porque aquí está la gente exhausta.
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