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Vítor, el prófugo de 21 años al que se buscaba por el secuestro y el robo de más de 200.000 euros a una joyera de Valdepeñas

sucesos

«Me alegra saberlo», dice a ABC la víctima, que desconocía la detención del escurridizo y peligroso delincuente por parte de la Policía Nacional en un supermercado de Argamasilla de Calatrava el 18 de noviembre

Vítor, durante el juicio en el que fue condenado a siete años y medio de prisión elena rosa/diario lanza digital

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«No lo sabía, me alegra saberlo», responde Perla cuando recibe la llamada telefónica de ABC. Victoriano, conocido como Vítor, lleva varios días durmiendo en prisión desde que la Policía Nacional lo detuvo por sorpresa en un supermercado de Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real) la mañana del 18 de noviembre.

Era un prófugo al que le constaban cuatro requisitorias judiciales, aunque una tenía más relevancia que las otras. Sobre Vítor, español de 21 años y con una amplia carrera como delincuente pese a su juventud, pesaba una orden judicial de busca, captura e ingreso en prisión desde primavera por el incumplimiento de una sentencia dictada hace más de un año, en octubre de 2021. Está condenado a siete años y medio de cárcel por la detención ilegal de Perla, una joyera de Valdepeñas a la que también robó más de 200.000 euros de su establecimiento de 'Compro oro' junto con tres cómplices la mañana del 3 de agosto de 2020.

En el juicio, celebrado en septiembre de 2021, Vítor negó su participación, pero el tribunal considera probado en su sentencia que este joven conducía el coche de Perla en el que cuatro individuos, dos de ellos menores, la raptaron poco antes de las diez de la mañana. Fue maniatada en los asientos traseros y amenazada en el cuello con dos cuchillos de grandes dimensiones. Le dijeron también que su marido y su hija, menor de edad entonces, estaban raptados. Incluso, con auriculares en los oídos, simularon que estaban hablando con los supuestos secuestrados. Pero era un farol.

La escena ocurría mientras uno de los asaltantes, que en el juicio reconoció su implicación, la conminaba dentro del vehículo a darles las llaves y la clave para desactivar la alarma: «Nos vas a dar la contraseña de la tienda y, como te equivoques, vamos a empezar a matar a tu hija, luego a tu marido y tú serás la última», recordaba la víctima en una entrevista con ABC en enero de 2021.

Finalmente, los delincuentes entraron en el local, se apropiaron de 17.000 euros en metálico y joyas tasadas en 205.000 euros. Pero no soltaron a Perla, a la que liberaron unas dos horas y media después en un polígono industrial cerca de Carrión de Calatrava, a 60 kilómetros de Valdepeñas. «Vamos a bajar a esta señora, que se ha portado muy bien», vino a decir Vítor, que era el conductor.

Para entonces, uno de sus compinches, Rachid -también condenado por estos hechos-, había grabado un vídeo que luego llegó a manos de la Policía. En él se le ve con el rostro tapado con mascarilla, a los dos menores y a la rehén, que viajaban atrás.

«El que se portó mejor»

Además de las joyas y el dinero, le robaron su teléfono móvil, un Iphone, y un valioso reloj. De nada le sirvió a Perla rogar que le devolvieran su teléfono porque guardaba fotografías de su hermana Sonia, fallecida unos años atrás. Sí encontró su coche, dos semanas después en la calle Calatrava de Ciudad Real, aparcado en zona azul y con una treintena de multas.

Perla recuerda ahora que en el juicio Vítor negó su participación en este secuestro exprés, «pero yo lo identifiqué. Era el que conducía y el que mejor se portó conmigo». Condenado a siete años y medio de prisión por estos hechos en octubre del año pasado, Vítor no ingresó en la cárcel y en mayo se decretó su busca y captura.

Conocido por las fuerzas y cuerpos de seguridad, la Policía Nacional seguía la pista de un joven peligroso y escurridizo, con numerosos delitos contra el patrimonio, que abandonó su localidad, Puertollano, a raíz de la sentencia. También tenía tres requisitorias judiciales de detención y personación ante la autoridad judicial emitidas por juzgados de Ciudad Real, Puertollano y Montoro (Córdoba) por delitos de robo con violencia e intimidación, receptación de objetos sustraídos y contra la seguridad vial.

La detención

Los agentes de la comisaría de Puertollano tuvieron constancia de que últimamente se escondía en diversos domicilios de familiares que viven en el barrio del Pino y Las Mercedes, por lo que se montó un complejo dispositivo de vigilancia y discreto seguimiento.

Se decidió detenerlo el jueves 17 de noviembre, pero no se pudo llevar a cabo porque numerosos familiares y amigos de Vítor lo impidieron. Se pusieron de por medio, arrojaron todo tipo de objetos a los agentes y el joven delincuente pudo escabullirse y meterse en su domicilio. Los policías no pudieron pasar de la puerta porque no tenían una orden de entrada y registro, con lo que tuvieron que esperar una mejor oportunidad.

La ocasión se presentó al día siguiente. Vítor salió de su escondite en Puertollano y se dirigió en coche hasta la vecina localidad de Argamasilla de Calatrava, a unos diez kilómetros. Los policías de paisano que lo seguían esperaron el momento oportuno para detenerlo. Fue a mediodía dentro de un supermercado al que Vítor había entrado con su novia. No se lo esperaba, no tenía por dónde salir y no se resistió.

«Pensaba que me iban a estrangular»

«Aunque sé que estaba fugado, no estaba intranquila», cuenta Perla, que ha continuado con su vida a pesar del traumático episodio vivido la mañana del 3 de agosto de 2020. «Esa parte intenté que no me perjudicara emocionalmente, tampoco voy a permitirlo», afirma la joyera, que también es mediadora familiar. Esta circunstancia cree que le vino bien en el secuestro -«durante todo el rapto no solté una lágrima», recuerda- y también le ayuda ahora para seguir adelante, aunque continúa en tratamiento psicológico.

En lo económico, no pudo recuperar nada de los 17.000 euros en metálico y su compañía de seguros sólo le repuso una parte del valor de las joyas. En cuanto a su vehículo, lo usó tres meses más, pero debió comprar otro porque había una escena que a Perla se le repetía: «Cada vez que subía al coche, pensaba que me iban a estrangular».

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