La cerámica, ¿una alternativa al plástico?

La candidatura de la cerámica de Talavera y El Puente del Arzobispo, junto con la mexicana de Puebla, para ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en la reunión que se celebrará la semana próxima en Bogotá (Colombia), puede conllevar un resurgimiento de esta arte centenaria, y en ello confía la asociación Tierras de Cerámica, que ha impulsado la candidatura.

La presidenta y la portavoz de Tierras de Cerámica, Magdalena Corrales y Pilar Campillejo, explican que ese reconocimiento supondría un impulso para la cerámica talaverana, cuya técnica centenaria quedaría protegida por salvaguardas pero al tiempo podría seguir adaptándose a los nuevos tiempos y usos.

«Es verdad que estamos ante una nueva revolución en la cerámica», reconocen, y ya hay talleres que están volcando su producción a los nuevos usos, porque es un producto ecológicamente sostenible y un perfecto sustituto del recipiente de plástico.

El sector funciona conforme a la normativa europea sobre utilización de productos no tóxicos y los talleres fabrican cada vez más vajillas artesanales, personalizadas, que se pueden usar en el microondas y el lavavajillas.

«¿A quién no le gustaría tener una vajilla personalizada en su casa?», se preguntan, al tiempo que enfatizan el esfuerzo que hacen los talleres por adaptarse a los nuevos gustos, con diseños más modernos.

«Lo artesanal vuelve a estar de moda, sobre todo con el cambio a favor de materias más ecológicas y menos plástico», indican Corrales y Campillejo, que añaden que los diseñadores están apostando por la cerámica para sus interiorismos, tanto como objetos de decoración como de uso práctico.

«Los grandes diseñadores apuestan por la cerámica de Talavera porque aparte de su diseño espectacular y ultramoderno le añades el valor de una artesanía que se lleva haciendo durante centurias. Les interesa asociar su alto diseño con la alta calidad de la cerámica que se hace en Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo», resaltan.

Ejemplos de ello, señalan, se ven en murales de los restaurantes de José Andrés en Miami, en fachadas de Abu Dabi, de Orán, o en grandes piezas expuestas en museos.

El alfarero de Puente del Arzobispo Juan Carlos Fernández Carrasco reconoce que, aunque no tiene una esperanza ciega en que la declaración de la Unesco vaya a cambiar su vida, es de justicia que se declare la técnica artesanal de la cerámica talaverana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Además dice que, al contrario de la mayoría de sus compañeros, es optimista porque «está cambiando la tendencia y la percepción de lo que significa la cerámica como algo que se puede utilizar».

«En las últimas décadas se ha dado un poco la espalda a lo tradicional como algo muy antiguo, no se utilizaba como utensilio en casa y menos como objeto decorativo por considerarlo hortera», pero explica que los ceramistas como él que empezaron hace 20 o 30 años se han formado en dibujo y diseño, y están al tanto de por dónde va la estética en nuestro tiempo.

«No tiene mucho sentido seguir fabricando como en los tiempos de mi abuelo, con su perspectiva estética, y pretender que el mercado de hoy me lo acepte», afirma Fernández, que es la sexta generación de alfareros en El Puente.

«El mercado de hoy acepta lo de hoy. Soy yo el que me tengo que adaptar a los tiempos», y afirma con seguridad que hay que quedarse con la técnica de la cerámica talaverana que tiene tantos siglos contrastados de eficacia y luego terminar las piezas con una perspectiva actual.

Dice que él sí se cree la emergencia climática y que no habrá más remedio que utilizar materiales sostenibles en todo. «Y más sostenible que la cerámica no hay, porque es tierra y agua solamente» .

El ceramista de Talavera Juan Carlos Albarrán no es tan optimista y señala que existen otros materiales como el vidrio. Recuerda que la cerámica «perdió la batalla» cuando apareció el cristal porque su proceso de elaboración es «mucho más laborioso», a pesar de lo cual se muestra confiado en que pueda suponer «una salida».

Tampoco la ceramista Mónica García del Pino cree que el plástico vaya a desaparecer y, aunque admite que sí hay quienes consideran que la cerámica puede ser una alternativa, ella cree que esto «son modas».

Aún así, García del Pino es defensora de la cerámica de uso y en su taller diseñan vajillas «adaptadas a los nuevos tiempos», que son más resistentes que el vidrio y que tienen «un valor añadido» y es que se pueden personalizar, de manera que quien compra el producto o lo recibe como regalo sabe que esa pieza «está hecha especialmente para él».

Explica que la cerámica es «costosa» de elaborar, pero que con la producción a máquina se perdería «el espíritu del hecho a mano» e incide en que la tradición es pintar a pincel, «como se hacía antiguamente», y en que todo lo demás «no es artesanía», concluye García del Pino.