Pozo Amargo: Doce años sin solución

Un enorme inmueble que iba a convertirse en hotel lleva más de una década abandonado en pleno Casco

VALLE SÁNCHEZ , TOLEDO

Hay asuntos que parece que no encuentran solución en esta ciudad. Es el caso del inmueble abandonado desde hace casi doce años en pleno centro de Toledo, entre la Bajada del Pozo Amargo y el Cobertizo del mismo nombre, a sólo un minuto andando de ... la Catedral. El enorme edificio que ocupa la mayor parte de la manzana entre estas calles lleva más de una década en un deplorable estado de ruina y abandono.

Uno de los vecinos afectados, Jacinto García Gómez, ha vuelto a escribir al alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, para recordarle la situación, —que ya ha denunciado en otras ocasiones—, que viven los vecinos por «esta situación de dejadez y decrepitud que es también una fuente persistente de suciedad y molestias para los vecinos» y en donde, incluso, se «trapichea» con droga.

Así, según afirma en su misiva, «son numerosos los gatos que habitan en este ruinoso solar y que merodean por lo alrededores rompiendo las bolsas de basura y esparciendo su contenido» y «toda la pared exterior en la Bajada del Pozo Amargo, además de presentar numerosos desconchones y dejar ver a través de alguna ventana gran cantidad de basura, está salpicada de pintadas». Además, «hace más de un año que en esta misma calle permanecen abandonadas cuatro vallas metálicas de Gas Natural, hecho que tiempo atrás comuniqué por teléfono al Ayuntamiento, lamentablemente sin éxito».

El Cobertizo del Pozo Amargo «presenta un aspecto todavía más degradante, pues al aspecto ruinoso general hay que sumar lo angosto y sombrío de la calle y el bosque de palos que forma el apuntalamiento del inmueble que deja espacios estancos donde se acumula suciedad y telarañas. A esta sensación de deterioro y abandono contribuye, asimismo, el hecho de que raramente actúa en ella el servicio de limpieza (barrenderos), y cuando se utiliza el chorro de agua aún es peor, pues lo único que consigue es introducir la suciedad al fondo del Cobertizo. Todo ello, en suma, le confiere una atmósfera inquietante y siniestra, en especial por la noche cuando regresas a casa, un aire que te secuestra la respiración: la luz tenue, la farola oxidada y sin cristales, y una profusión de tenebrosas sombras proyectadas por los palos que lo apuntalan».

Mientras se encuentra una solución para el edificio, se ha pedido al Ayuntamiento que actúe en todo el entorno para tapar «todas las pintadas y sellar las ventanas por donde se arrojan basuras», además de retirar las vallas metálicas de Gas Natural. También se ha solicitado, sin resultado hasta este momento, que se intensifiquen las labores de limpieza, sobre todo en el Cobertizo.

Y se propone, por último, para adecentar temporalmente este «ruinoso inmueble» en el caso de que haya indicios de que prolongue demasiado su rehabilitación definitiva que se coloque una gran lona con motivos artísticos mediante un concurso de ideas, por ejemplo, entre los estudiantes de la Escuela de Artes o a través del Colegio de Arquitectos.

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