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Martín Sotelo

Un rincón en la noche

«Al fondo, engullido por la oscuridad, está el camino al que te llevaban de adolescente algunas mujeres»

M.S.

POR MARTÍN SOTELO

Estás aquí, en completo silencio, a salvo por fin del estruendo del día , mirando las estrellas mientras escuchas un disco de Micah P. Hinson, fumas un cigarrillo y bebes una cerveza que has comprado en la última gasolinera a una joven que te ... ha mirado asustada al pasarte la lata por la bandeja de la ventanilla. Ya no hay bares como los de Hemingway, te dices. Ni limpios ni sucios ni bien o mal iluminados. Todos cierran pronto. Las estaciones de servicio son el último reducto civilizado, la tabla de salvación para el perdido , el desesperado, el insomne. En ellas te sientes menos solo y triste y te creas la ilusión de tener un espacio propio, por ínfimo que sea, en la inmensidad del universo, de estar esperando a alguien entre personas que no tardarán en desaparecer y a las que jamás llegarás a conocer, ni ellas a ti. Pero, al contrario de lo que sucede en el bullicio diurno, a estas horas de la madrugada los pocos sonámbulos que se topan por casualidad en una estación de servicio se miran atentamente , casi estudiándose, con cierto estrago en sus rostros y una fidelidad compartida en los bandazos, como reconociéndose a sí mismos en los otros.

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