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Santiago Sastre

Cuando Carmen no mola

«Ha ganado el premio Planeta y la sorpresa ha sido descubrir que bajo ese seudónimo se encontraban ¡tres hombres!»

POR SANTIAGO SASTRE

Vivimos tiempos en los que la sexualidad parece un concepto líquido, en el sentido que parece adaptarse a diferentes cuerpos y mentalidades. Ahora se insiste en que una cosa es la identidad de género, que tiene que ver con lo que se piensa; la orientación sexual, con lo que se siente; el sexo biológico, con lo que se tiene entre las piernas, y la expresión de género, con la visión del cuerpo. Todo se difumina un poco cuando hay hombres que se sienten mujeres y viceversa (pensemos, por ejemplo, en el concepto de violencia de género -la agresión a un hombre que se siente una mujer- o en el deporte -una atleta femenina que se siente hombre-). Lo del sexo es mucho más complejo que poner una uve o una eme.

Hace poco nos hemos enterado de que Carmen Mola ha ganado el premio Planeta y la sorpresa ha sido descubrir que bajo ese seudónimo se encontraban ¡tres hombres! Desde luego que se desdibuja el concepto de la autoría en una obra cuando intervienen tres autores (esto lo he vivido yo, que he publicado varias obras con amigos). También la operación parece un canto al mercado, pues se trata de armar un libro con la intención de conseguir un bestseller ; es decir, solo con ánimo de conseguir ventas. Pero la sorpresa ha sido encontrar ese chorro de masculinidad detrás de un seudónimo con nombre de mujer.

¿Poner un nombre de mujer como seudónimo les ha beneficiado? Pues claramente sí . Y el ejemplo lo tenemos muy cerca: el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha recomendaba leer algunas novelas de Carmen Mola porque era una lectura con 'perspectiva de género', porque favorece 'la comprensión de la realidad y las experiencias de las mujeres'. Incluso algunos de sus libros están bajo el rótulo 'El anaquel de lecturas feministas' y forman parte de un lote de lecturas que pueden pedir las bibliotecas, casas de lecturas o asociaciones de mujeres de la región.

Está claro que se trata claramente de un caso de gato por liebre . Las apariencias engañan. No todo es lo que parece. Una novela podría estar escrita por un hombre que se siente una mujer y plasmar perfectamente un mundo femenino. Pero en este caso, que se trata de tres varones, parece difícil pensar en esa posibilidad. Todo esto es un ejemplo de esa sexualidad difuminada o, por emplear un término con el que Bauman calificó a las sociedades posmodernas, líquida. En este caso es una estrategia de márquetin que persigue fichar a unos escritores que publicaban con otra editorial y sobre todo conseguir ventas (para recuperar el millón de euros que supone el premio). Yo no he leído nada de Carmen Mola, pero se me han quitado las ganas viendo que se trata sobre todo de un montaje literario y empresarial. No me mola.

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