¿Está la sanidad de Castilla-La Mancha preparada para una segunda oleada de coronavirus?

Desde la Consejería de Sanidad informan de que actualmente, desde su aprobación por parte del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud el pasado 16 de julio, existe con carácter estatal un «Plan de Respuesta Temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19», que destaca la labor de coordinación entre los diferentes actores, orienta para la mejora de la capacidad de la salud pública para la detección precoz y el control del coronavirus, y sobre el desarrollo de la capacidad de respuesta del sistema sanitario.

En el contexto de recuperación de la movilidad y de la actividad social, según apuntan a ABC fuentes de la Consejería de Sanidad, «es importante que podamos tener identificada las personas infectadas por el coronavirus para poder reaccionar de la manera más precoz posible. Hablamos de la detección precoz y contención de los brotes epidemiológicos, no hablamos en estos términos de rebrotes, que haría mención a la reaparición de un patógeno epidémico supuestamente extinto entre la población y que reaparece».

Para ello, además del plan de respuesta a nivel nacional, cada área sanitaria de Castilla-La Mancha tiene la suya propia. Así, según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad, durante la pandemia se llegaron a alcanzar las 535 camas de críticos, frente a las 164 que tiene funcionando de forma habitual. En este sentido, según afirman, los hospitales se han dotado de los equipos suficientes -entre ellos 539 respiradores- y de las instalaciones necesarias para poder volver a poner en funcionamiento la misma cantidad de camas de críticos en menos de 24 horas.

También durante la pandemia se ha incrementado la capacidad asistencial en cerca de 2.700 camas de hospitalización, de las que entorno a mil no han requerido ser utilizadas. Todas ellas permanecen dotadas y a disposición del sistema en caso de una nueva ola epidémica. Este número de camas podría ampliarse en otros recursos asistenciales como residencias medicalizadas, centros adyacentes y camas en centros privados. Y, además, tal como subrayan, se van a mantener todos los protocolos en vigor actualmente y que afectan a todas y cada una de las actividades asistenciales que se desarrollan en el ámbito hospitalario: circuitos Covid y no Covid o la realización de PCR a todos los pacientes que vayan a someterse a intervención quirúrgica.

No obstante, la principal preocupación que tienen los colectivos que representan a los profesionales sanitarios es en cuanto al número de trabajadores que tendrían que hacer frente a una nueva oleada del coronavirus. De hecho, el pasado miércoles se publicó en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha la resolución del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) que determina que el 31 de julio es la fecha de finalización de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 a efectos de las medidas adoptadas en materia de incentivación de contratación de personal temporal.

Una situación de la que alertó el lunes pasado la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO de Castilla-La Mancha, que reclamó al Gobierno regional mantener todos los contratos realizados para atender la pandemia, al menos, el tiempo suficiente para que todos los profesionales puedan disfrutar de sus vacaciones sin que se resienta el servicio. Asimismo, piden negociar un plan para consolidar todos esos contratos en un plazo de dos o tres años mediante las correspondientes ofertas públicas de empleo.

Fue la secretaria regional de CCOO-Sanidad, Chelo Cuadra , la que presentó una propuesta del sindicato para consolidar en el Sescam una plantilla total de 34.749 profesionales, cinco mil más de los existentes en 2018; detallando los incrementos precisos en cada categoría laboral y en cada provincia y apostando por reforzar especialmente la atención primaria, con incrementos del 21% en todas sus categorías; y de un 16% en especializada. En concreto, el aumento se ha visto traducido en la contratación de 1.000 facultativos entre atención especializada y atención primaria, de 1.200 puestos en enfermería, 213 en técnicos especialistas, y en el incremento de 304 celadores.

«Lo suyo sería que el Gobierno autonómico mantenga a todo este personal sanitario durante toda la temporada de otoño-invierno, hasta que finalice la próxima campaña de la gripe y ver cómo evoluciona la pandemia de la Covid-19, ya que se prevé que cuando coincidan las dos enfermedades en el tiempo la demanda asistencial aumente muchísimo». Quien así se pronuncia es Juan Francisco Ruiz , secretario general del sindicato de enfermería Satse en Castilla-La Mancha, que cifra en unos 5.000 profesionales -de los cuales más de la mitad son de este colectivo de enfermeros- los contratados durante este tiempo hasta el 30 de septiembre, que es cuando finalizarían sus contratos.

Ruiz pide asimismo a la Administración hacer un esfuerzo de recursos materiales tanto de pruebas de detección como de protección contra el Covid-19, aunque el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, ya anunció el 14 de julio una reserva estratégica, algo más que necesario para hacer frente a una segunda oleada. A juicio del secretario general de Satse, «estamos más preparados y contamos con la experiencia acumulada en los peores meses de la pandemia. Eso sí, siempre que los ciudadanos cumplan con las normas de distanciamiento social, uso de mascarillas y lavado de manos».

Desde la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), su secretario general en Castilla-La Mancha, José Luis Jiménez Fermosel , recuerda que no se ha cumplido con el personal médico que se contrató durante la pandemia en determinados aspectos, tal y como se decidió en la mesa de contratación, como es el reconocimiento de la carrera profesional. «Castilla-La Mancha es una de las pocas comunidades autónomas que no ha comenzado a negociar esta cuestión, al igual que las pagas extra, que están pendientes de ingresar, con una pérdida de hasta un 45% del total», indica.

En cualquier caso, ante la perspectiva de una segunda oleada de coronavirus, el secretario general de CESM en Castilla-La Mancha insta al Gobierno regional a que aumente el personal médico y que todos estos contratos que se han hecho se alarguen «porque no sabemos si los rebrotes van a ir a más y no podemos dejar desatendido el servicio de salud. Hay que ver si todas las plantillas de los hospitales y de los centros sanitarios son autosuficientes y si se sustituye a los médicos por vacaciones o por bajas».

En este sentido, la atención primaria es la que más se ha visto perjudicada porque era la primera línea contra el coronavirus y es una de las especialidades que más dificultades tiene ahora. «No hay gente para poder sustituir a muchos médicos de esta especialidad porque las bolsas de empleo están agotadas. Por eso, hemos negociado con el Sescam una serie de instrucciones para que haya voluntarios que atiendan las consultas de los compañeros ausentes y que las hagan en horario distinto, siendo remunerados por ello», manifiesta Jiménez Fermosel.

De la misma opinión es el presidente del Colegio de Médicos de Castilla-La Mancha, Carlos Molina , quien cree que «lo importante no es tanto los recursos materiales, sino si habrá profesionales sanitarios suficientemente descansados para hacer frente a una nueva oleada. Si no podemos contar con personal temporal, será difícil captarlo más adelante». En este sentido, aparte de los médicos de atención primaria, alerta de la situación de las urgencias hospitalarias, pero también de las especialidades de cuidados intensivos, neumología o medicina interna, que han disminuido su demanda en la última promoción de MIR (Médico interno residente) por la carga psicológica que ha supuesto el excesivo trabajo de los momentos más duros de la pandemia.

En esa misma línea se manifiesta la responsable provincial de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) en Ciudad Real, Ana Isabel Fernández , que opina que «el personal sanitario está agotado y no está preparado para una segunda oleada del coronavirus». Además, advierte de que «ya se ha prescindido de muchos trabajadores temporales y se han quitado circuitos para enfermos de Covid-19 en hospitales, que son derivados en muchos casos a las Urgencias, con el riesgo que ello conlleva».

De hecho, según una encuesta realizada a 13.138 profesionales por CSIF cuando se cumple un mes del fin del estado de alarma, un 68,5% de las personas preguntadas aseguran padecer ansiedad, insomnio, miedo y desamparo como consecuencia de la sobrecarga de trabajo de la pandemia. Además, desde el sindicato ponen el acento en que al menos uno de cada diez trabajadores sanitarios encuestados (11,6%) asegura haber recibido presiones por parte de los cargos intermedios en su actividad laboral, aún estando trabajando con síntomas.