Muere Jaime Gallo, el sastre del Rey

Había que escribir en la reciente muerte de Jaime Gallo, el artículo bien cortado, como salido de su taller artesanal, proclamando las almas esbeltas, la elegancia que hacía surgir del esqueleto. Había que abrir por cualquier página el Gotha de sus clientes en la que figuran las personalidades que configuran el último medio siglo de España.

Era Jaime un burgalés legítimo, de delicada sensibilidad, nacido con aura de artista. Huérfano de padre y mayor de tres hermanos, su precocidad escolar aconsejó el cambio de orientación del medio rural con el propósito de conseguir un futuro mejor. En Madrid tenía un familiar, Hilario Casado Garachana, acreditado como maestro cortador de sastrería, que le acogió como aprendiz. A sus dieciséis años hizo compatible su aprendizaje en el taller con la asistencia a dos academias nocturnas en las que alternó su formación cultural con la artesanal.

Eran los años de la posguerra que Jaime Gallo pasó en la pensión de la señora Claudia, afrontando dificultades propias de aquel momento, más con la ilusión de su progreso en el aprendizaje con los mejores sastres de la época, en un Madrid donde triunfaban grandes maestros como Collado, Mogrobejo y otros.

Cuando Jaime Gallo había aprendido el oficio y empezaba a destacar su nombre, que atrajo una clientela perdurable, confirma su buena estrella al contraer matrimonio. Mercedes Domínguez, la otra mitad de su mundo, era mujer de iniciativas prácticas y ancha generosidad que estimuló la vida del hombre sobrio y austero , concentrado en la creatividad, sin cuyo aliento protector su obra no hubiera podido logarse.

A partir de entonces Jaime Gallo inició varias empresas de alta confección de las cuales permanece, desde 1980, la boutique Best . Su trayectoria fulgurante le situó en cabeza de la pléyade de sastres de Madrid, como maestro indiscutido, asistente a congresos nacionales y mundiales de sastrería, reclamado por sus colegas como conferenciante. Y para seguir los avances de calidad de los tejidos y la evolución de la moda masculina, viajó frecuentemente a Londres y a las afamadas ferias de Florencia.

En la década anterior había tomado en traspaso el negocio del familiar que le acogió como aprendiz, creando la Sastrería Jaime Gallo, escuela en que se han formado varias generaciones de sastres .

La colección de los patrones diseñados por Jaime Gallo podrían formar un Museo de obras magistrales, a semejanza de la relación de apellidos ilustres de su clientela, en la cual figura a partir de 1979 el Rey Felipe VI, que acudió al Tanatorio para despedir a Jaime Gallo, testimoniando así su consideración como profesional y el profundo afecto a quien ha dado ejemplo de prudencia y discreción.