El mito de los transgénicos se derrumba
El mito de los transgénicos se derrumba
POR HÉCTOR FAJARDO
LA LAGUNA. El territorio nacional destina unas 100.000 hectáreas al cultivo de vegetales transgénicos. Se trata de productos que han sido modificados genéticamente, con el fin de dotarlos de determinadas propiedades, haciéndolos resistentes a los insectos o a los herbicidas.
Pero ... España no es el único país europeo que destina parte de su tierra al cultivo de transgénicos. De hecho, otros siete países de la Unión Europea más se suman a las regiones productoras. Sin duda, en la cabeza de la lista se sitúa Estados Unidos, donde se concentra el 59 por ciento de la producción.
Alemania ha sido uno de los últimos países en prohibir el cultivo de este tipo de productos, cediendo de manera sorprendente a las presiones de los grupos ecologistas.
«Acciones propagandísticas que se sustentan en falsedades y mitos». Así lo ha definido el catedrático del departamento de Microbiología y Biología Celular y ex rector de la Universidad de La Laguna, Ángel Gutiérrez Navarro.
El profesor analizó en el curso Ciencia y Pseudociencias de la ULL la situación actual de la investigación sobre transgénicos, así como su impacto en la opinión pública.
Curioso, sin duda, es el rechazo que los vegetales transgénicos generan en la sociedad. Sin embargo, esta reacción opositora no se palpa contra la insulina que se administra a los diabéticos, con excelentes resultados dicho sea de paso, o la vacuna contra la Hepatitis-B, productos todos ellos obtenidos mediante la misma técnica.
Uso como materia prima
En contra de lo que se cree, o trata de divulgar la oposición a los transgénicos, en la Unión Europea tan sólo está permitido el cultivo de maíz modificado genéticamente.
Gutiérrez fue claro respecto al alarmismo promovido desde grupos ecologistas.
«Ellos creen que los transgénicos pueden ocasionar un severo daño a la salud y al medio ambiente, y que provocaría una modificación de las prácticas de cultivo», aseguró. Sin embargo, la mayoría de los cultivos no están destinados al consumo humano. Suelen ser utilizados como materia prima para otros productos, como el pienso. Además, los alimentos transgénicos son sometidos a severos controles sanitarios.
Gutiérrez derrumbó otro de los mitos sostenidos por determinados colectivos ecologistas y es el hecho de que según ellos, se corre el riesgo al consumir cultivos transgénicos de que se nos inoculen genes extraños. «Diariamente ingerimos ADN extraño. Al comer es lo que hacemos y no desarrollamos por ello las propiedades del animal o vegetal que ingerimos», matizó.
Una demanda social
Por todo ello, Gutiérrez sentenció que sin lugar a dudas «el consumo de productos transgénicos no supone ningún riesgo para la salud».
Además, el catedrático realizó una oportuna apreciación respecto al uso de este tipo de productos. Se trata de cultivos demandados por varios sectores de la sociedad. Los consumidores, productores y la propia industria se benefician de las mejoras genéticas que se realizan a determinados productos.
«Los consumidores acceden a una comida mas sana, más barata, más apta para dietas y sobre todo, libre de pesticidas y herbicidas». Además, los productores podrían cosechar cultivos resistentes a las heladas, que den frutos que no se pudran rápidamente y sean resistentes a insectos y herbicidas.
Industria farmacéutica
La industria por su parte, gozaría de un abaratamiento de los productos que sirven como materia prima, siendo de gran utilidad, de este modo, a la industria farmacéutica.
El ex rector de la Universidad de La Laguna y catedrático de Microbiología concluyó solicitando que la investigación de los transgénicos se haga de forma pública, ya que «es la única forma de que los conocimientos alcanzados y la tecnología se transfiera a los países pobres».
De hecho, el avance de estas técnicas podría suponer el inicio del fin del hambre en las zonas más desfavorecidas. Sin embargo, «mientras las patentes estén en manos de multinacionales privadas esto no será posible».
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