pasión isleña
Nombres propios de Semana Santa
Merecen ser recordados y tenidos en cuenta en estos días en que las procesiones y las celebraciones pasionistas contribuirán a una verdadera consagración cristiana
juan josé laforet
Con las anuales celebraciones pasionistas, los días de nuestra Semana Mayor isleña, se llenan de vida las viejas calles de Vegueta y Triana, pero también las de muchos de los nuevos y populosos barrios, como las de otras localidades insulares, con el fervor contenido en ... el emotivo discurrir de los cortejos procesionales, en la representación plástica, sublime y pública de la Pasión de Cristo. A las procesiones, algo que con solo nombrarlo a casi todos nos trae enormes recuerdos de la infancia, de nuestras costumbres, de nuestro ser y sentir isleño, se refiere textualmente el Código de Derecho Canónico (canon 1290, 1) y dice de ellas que “bajo el nombre de sagradas procesiones se da a entender solemnes rogativas que hace el pueblo fiel, conducido por el clero, yendo ordenadamente de un lugar a otro lugar sagrado, para promover la devoción de los fieles, para conmemorar los beneficios de Dios y darle gracias por ello, o para implorar el auxilio divino”.
Si a este principio eclesial inamovible le añadimos los componentes de la religiosidad popular que siempre acompañan toda expresión de fe sincera y arraigada en un pueblo, en una comunidad determinada, nos encontramos cómo estas, con el paso del tiempo, con su celebración incardinada en los mas hondos sentimientos insulares, toman verdadera expresión propia en nuestro entorno grancanario y definen un tiempo universal con sabor de “Pasión isleña”
A estas celebraciones pasionistas con acendrado aire isleño han contribuido a lo largo de los siglos, en las muy diversas etapas que definen la historia de la Semana Santa en Gran Canaria, muchas y muy diferentes personas e instituciones que, de una u otra forma, contribuyeron a conformar el carácter y la expresión pública que aquí alcanzó la celebración pasionista en los viejos barrios de Vegueta y Triana, como en otras localidades de antiguo y arraigado esplendor semanasantero, entre otras Santa María de Guía Moya, Teror, Telde, Gáldar, ó Agüimes. Son nombres propios de ayer y de hoy que merecen ser recordados y tenidos en cuenta en estos días en que las procesiones y las celebraciones pasionistas contribuirán a una verdadera consagración cristiana de la primavera isleña, en la revivificación anual de la pasión, muerte y resurrección del Salvador.
Si del siglo XVI aún nos queda el eco de los nombres de la veguetera Cofradía del Cristo de la Vera Cruz o la trianera Cofradía del Santísimo Crucificado, cuyas sencillas procesiones abrieron un camino fecundo en el devenir de la Semana Santa insular, o de la iglesia de Los Remedios de la que procede la imagen más antigua que procesiona en la actualidad, la del Señor de la Humildad y Paciencia, del XVII nos llegan los nombres de escultores como Agustín Ruiz, Cristóbal Ossorio Melgarejo, Alonso de Ortega o Lorenzo de Campos, de los que aún se conservan obras en diversos templos insulares, como pervive el recuerdo del Señor Predicador procesionando cada atardecer del Domingo de Ramos desde la Iglesia de Santo Domingo a partir de 1669, y del XVIII, junto con las crónicas de Isidoro Romero Ceballos, nos queda sobre todo el nombre del escultor Jerónimo de San Guillermo, el artista que inició en la escultura a quién con su obra abriría un antes y un después en la historia semanasantera isleña, el imaginero guiense José Luján Pérez, de los comienzos del siglo XIX nos vienen nombres y eventos que constituirán el verdadero arranque de las celebraciones que nos han llegado al presente.
De toda esta historia, de su reflejo en las más hondas tradiciones populares a lo largo del siglo XIX dejaría honda huella Domingo J. Navarro en sus “Memorias de un Noventón”, como fueron muchas las páginas que le dedicaron los primeros periódicos insulares en la segunda mitad de esa centuria, cuando el cura de Santo Domingo Pedro Díaz y los de San Francisco Antonio Artiles y Matías Padrón lograron preservar, pese a todos los inconvenientes que en su tiempo se presentaron, aquellas manifestaciones de fe públicas que tanto habían calado en la población grancanaria, con las que colaborarían artistas como el pintor Juan Cirilo Moreno Ramos que diseñó un trono para el Señor con la Cruz a Cuestas que aún se conserva en Santo Domingo.
El siglo XX traerá consigo, a finales de la década de los años veinte, la presencia de la primera Junta de Semana Santa, a la que en buena medida se debe una salida procesional de tanto arraigo como la “Procesión de las Mantillas” en la veguetera mañana de Viernes Santo, para la que los artistas Carlos Luis Grondona y Juan Jaén tallaron los tronos del Cristo y de la Virgen respectivamente; entre sus miembros un intelectual y escritor que nos dejaría bellísimos textos sobre esta Semana Mayor isleña, Domingo Doreste “Fray Lesco”, en los que también se recuerdan personajes inseparables de la Semana Santa en Vegueta y Triana, como los de “Mateito”: “sorchantre honorario en Santo Domingo, y efectivo en San Francisco ...que en Semana Santa culminaba su popularidad”; Anita Carvajal, que en Santo Domingo “había sido la autora de la toca de la Virgen, y de la posición de la mano derecha de la escultura”; o el Maestro Tejera, “que iba en las procesiones empuñando una batuta, al frente de una banda, la militar de la plaza, a paso de marcha procesional”. Y para contribuir al realzar todo ello los textos semanasanteros de autores hoy ineludibles para comprender el ser y sentir de esta Pasión isleña como el cronista Eduardo Benítez Inglott, Ignacio Quintana Marreo que en 1948 pronunció el primer Pregón Oficial de la Semana Santa de Las Palmas de Gran Canaria, o José Miguel Alzola, con su obra “La Semana Santa de Las Palmas”.
Hoy, junto a los antiguos Patronatos e ilustres Cofradías como la Pontificia y Real Archicofradía de Nuestra Señora de la Soledad de la Portería o la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fín, retoman el protagonismo pasionista en las calles de Vegueta y Triana en los días de nuestra Semana Mayor los nombres de la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María de la Esperanza de Vegueta, el de la Hermandad Sacramental y Cofradías de Nuestra Señora de los Dolores de Triana, Virgen de la Angustias y San Telmo o el de la Hermandad y Cofradía del Santo Encuentro de Cristo, Nuestro Señor con la Cruz a Cuesta y María Santísima de los Dolores de Vegueta.
Sin duda alguna, desde esta y otras perspectivas, no se puede discutir que la Semana Santa y sus celebraciones, siendo un elemento litúrgico insoslayable, también se configura como un hecho cultural y antropológico inseparable del más entrañable cuerpo de las tradiciones isleñas.
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