Disciplina
Es entrenador personal y asesor en nutrición deportiva a diferentes niveles. «No he tenido medios, auque sí apoyo desde fuera, e intento que la gente aprenda además de los resultados ».
¿Cómos se hace este hito de pasar de 130 kilos a correr tanto? Los dolores articulares le produjo callos, como la vida misma. Cada 20 minutos, cambiaba de sentido. Pero eran horas y horas dando vueltas . Sin materiales. Le ayudó un primo que, cuando podía, le mandaba algunas zapatillas. «Le podía hacer 4.000 kilómetros a unas zapatillas sobre hormigón ». Y eso sin relojes que controlen pulsaciones porque en un centro penitenciario eso está prohibido.
Cuando salen callos en la prisión
«De tanto giro, mis plantas de los pies se destrozaban. Y con una maquinilla de afeitar me quitaba los callo s; con las plantas de los pies en carne viva, entrenando , y corría, hasta que aguanté», recuerda Esteban, que destaca el respaldo de los servicios de enfermería de su prisión.
La dieta en el comedor era otro problema. Limitaba la combustión y hacía malabarismos para equilibrar los nutrientes. En una prisión no hay tienda alguna de suplementos alimenticios, Las vitaminas, nada artificial: «con fruta que encontrar se buscaba la vida. Una prisión no es un «buffet» de un hotel. Hay lo que hay.
Empleaba sus días de permiso para correr en nombre de la prisión en competiciones oficiales
En una prisión tampoco hay cuidadores médicos especializados para atletas. No hay fisioterapeutas . Todo era artesanal. Nunca tuvo en esos siete años un masaje profesional. Pero lo superó. «Estando ahí dentro hubo funcionarios que me apoyaron , y me preparé para una maratón en la misma prisión, y así fue en 2014 en Madrid, y en 2015 lo terminé en dos horas y 23 minutos», recuerda Esteban, emocionado que recibía instrucciones por carta de su entrenador.
El periodista Alex Calabuig le apoyó en todo el reto. Le hizo un reportaje que tardó seis meses por las restricciones en los calendarios de visitas. Calabuig le propuso bajar tres horas la maratón de Valencia. Y a dos kilómetros de la meta, tuvo un calambre. Pero hizo tres horas y tres minutos. Desde entonces, no para otras en carreras internacionales como la maratón de Sevilla o Estambul: tres horas y seis minutos. Ha cumplido con el mandato judicial que se le impuso y ya corre al aire libre , por mandato de la vida.
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